La estrategia de la hormiga
El Atlético y el Albacete empatan aplicando con dedicación y tesón sus respectivos manuales
Ni mucho ni poco. Ni calambres de aburrimiento ni estremecimientos de pasión. El Atlético y el Albacete tocaron la pelota, sí, pero no demasiado. Crearon ocasiones, algunas, pero no muchas. Dejaron detalles, de Aranda, sí, de David Sánchez y Parri, o de Ibagaza, o Nikolaidis, tal vez, pero pocos. Se plantaron con seriedad, quizá, pero los dos goles fueron en propia puerta, y el del Albacete tras un fenomenal desastre defensivo de toda la zaga rojiblanca.
El Atlético, con un De los Santos aceptable y con empuje, que no juego, merodeó más por la zona de Almunia que el Albacete por la de Juanma. Aunque los primeros minutos del encuentro no despejaron ninguna duda sobre el estado de salud de los porteros.
ALBACETE 1-ATLÉTICO 1
Albacete: Almunia; Pedro, Pablo, Buades, Peña; I. Díaz (David Sánchez, m. 52), Parri (Pablo García, m. 78), Viaud, Pacheco (Fabiano, m. 74), Delporte; y Aranda. Atlético: Juanma; Gaspar, García Calvo, Lequi, Sergi; De los Santos; Aguilera (Novo, m. 76), Ibagaza (Jorge, m. 88), Nano (Musampa, m. 82); Nikolaidis y Torres. Goles: 0-1. M. 31. Nano saca una falta, el balón rebota en la barrera y entra en la portería defendida por Almunia. 1-1. M. 60. Parri gana la línea de fondo y su centro lo mete en su propia portería Lequi. Árbitro: Medina Cantalejo. Amonestó a Almunia, Nikolaidis, Sergi y Torres. 16.500 espectadores en el Carlos Belmonte.
No tocaban la pelota.
No lo hicieron en casi todo el choque. El partido, salvo excepciones, pocas, transitó de casi ocasión en casi ocasión, de jugada más o menos hilvanada, pero sin finalizar. De balón de Parri a la espalda de la defensa rojiblanca al que Aranda, ¡ay!, no llegaba. O de escapada de Fernando Torres con prodigiosa carrera incorporada de Peña para dificultarle el tiro o centro de Aguilera, bien pensado, razonablemente ejecutado, para nadie. Alguna idea fuera del guión de Ibagaza o Nikolaidis y poco más. Sin embargo, la pelota corría y los jugadores daban más de dos pases seguidos, todo un logro.
Eso, hasta que Torres se escapó de todos los grilletes y se plantó en el pico del área para chutar contra la rodilla plantada en tierra de Almunia. El balón salió rebotado al punto de penalti y Nikolaidis, el griego de la muñequera de cuero, saltó acrobáticamente para enganchar una chilena que detuvo el meta del Albacete. Era el minuto 20.
Después, al margen de los goles, poco más.
El Niño no tuvo una de sus noches más brillantes y el equipo lo notó. Si falta Torres el Atlético no resta uno de once. Resta mucho más. Resta el cincuenta por ciento de su creatividad y otro tanto de su capacidad de meter goles. Demasiada resta. Aunque el delantero no estuvo ni mucho menos ausente y participó en el juego. Sencillamente, no acertó con las soluciones correctas.
El Albacete destila los humores de los equipos trabajados. Del homenaje a la simetría y al estímulo respuesta: todos ordenados y a cada situación le corresponde un capítulo del manual. Además tiene buenos futbolistas para interpretar el librillo del capitán Ferrando. Parri desplaza muy bien el balón en largo buscando la carrera de lo interiores o la espalda de la defensa por el centro, Aranda aguanta bien la pelota mirando hacia su propia portería para la incorporación de los medios, Viaud aguanta bien y se repliega con galones de comandante cuando corresponde. Los manchegos no dispararon a puerta en todo el primer tiempo. Sus oportunidades fueron lanzamientos precipitados, lejanos y con poquísima puntería. Hasta el segundo tiempo. Un magnífico centro de David Sánchez a Aranda, que falló solo, sirvió de prólogo al gol de Parri, o, mejor dicho, de Lequi en propia puerta.
Los últimos minutos del encuentro aumentaron la emoción, llevaron el balón más a las áreas, aunque fuera por la vía rápida y, sin embargo, estropearon la sensación de pulcritud, que salvo en los goles, habían mostrado los dos equipos. García Calvo estuvo bien, bastante bien, pero no se sabe muy bien por qué el Atlético es incapaz de defender correctamente cualquier balón perpendicular y raso que entre en su área. En el arreón final, el Albacete tuvo dos oportunidades utilizando ese sencillo sistema. También le ayudó que el receptor fuera Aranda, un delantero con muchos recursos y, por lo visto ayer, poca puntería.
El Atlético y el Albacete mantienen la teoría de la hormiguita hacendosa. Y no les va mal. Los manchegos se aplican en sus sumas y sus restas para evitar el descenso y poco a poco les salen bien, y el Atlético mantiene su sorprendente posición de Liga de Campeones.
"Iban como un avión"
Gregorio Manzano, con el rostro neutro, concedió que el empate era un resultado "justo", aunque también mencionó la palabra suerte, acompañada del adjetivo mala, para referirse a la jugada del gol del Albacete: "Juanma ya tenía la pelota blocada y Lequi se la quita", se lamentó el preparador jienense sobre la jugada del gol en propia puerta. A Juanma, el portero rojiblanco, no se le apreció ninguna merma física, aunque él mismo reconocía la víspera del partido que igual se le "cargaba" el músculo. El jugador fue baja la semana anterior por una sobrecarga, la misma dolencia alegada por Germán Burgos tras el encuentro copero en Sevilla. Tampoco es que se le viese en exceso al guardameta atlético, que apenas intervino en todo el partido.
Sobre la tarjeta que vio Fernando Torres, la quinta del ciclo y que le impedirá jugar ante el Osasuna el próximo fin de semana en el Calderón, Manzano dijo que había sido "injusta". El delantero rojiblanco no paró de protestar al colegiado en todo el encuentro. Manzano arguyó que eso había sucedido porque "estaba enojado con alguna de sus decisiones".
Por su parte, César Ferrano, el técnico del Albacete, fue muy escueto. "Los de rayas iban como un avión en el primer tiempo y son un gran equipo, así era imposible jugarles". Según el preparador valenciano, "en el segundo tiempo la cosa cambió y les pudimos haber ganado al final".
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