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Análisis:FÚTBOL | 21ª jornada de Liga
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La capitulación de Rijkaard

Ramon Besa

No hay manera de poder seguir a Frank Rijkaard, por mucho que Joan Laporta le bendiga en las situaciones de apuro, consciente como parece el presidente de que los cambios de técnico y de directiva no han arreglado los problemas estructurales del Barcelona en el último lustro. A Rijkaard se le respeta más por su currículo como futbolista y su educación que por su proceder como técnico. Aun cuando ha mostrado un extravío constante, ha habido cierta comprensión hacia él porque no es nada fácil llevar al Barça, y menos en una etapa de reconstrucción, como la llaman los nuevos directivos. La gent blaugrana la ha tomado sobre todo con los futbolistas, que aparecen como unos grandes acomodados que sangran al club sin pasar vergüenza por la derrota.

La plantilla está desequilibrada y demanda seguramente una intervención de la junta más decidida incluso que la emprendida en su día por el Madrid con jugadores del calibre de Redondo primero y más tarde de Hierro. El problema del Barça, sin embargo, es que no ha sabido distinguir entre los futbolistas que más le convienen o, cuanto menos, no atina a combatir los males del vestuario. La mayoría de los nuevos fichajes aparecen ya tan sospechosos como los viejos y pocos dudan de que Kluivert enfilará la misma puerta que Rivaldo.

Rijkaard no es ajeno, en cualquier caso, a la degradación azulgrana porque también se ha vencido a la fatalidad. La alineación que presentó ante el Zaragoza significa una capitulación en toda regla. En la misma medida que puede ser una solución, el tridente supone igualmente un atentado contra el ideario deportivo del club.

La contratación de Txiki Begiristain como secretario técnico y la de Rijkaard en calidad de entrenador, así como el ascendiente de Johan Cruyff sobre Laporta, se entendían consecuentes con una filosofía que primaba el juego a medio plazo por encima del marcador de cada partido. Había un estilo que defender antes que un resultado. El cuerpo técnico hablaba de especialistas, masticaba la pelota y anunciaba un vuelo interesante. Muchos de los fichajes fueron presentados como pieza angular de una manera de entender el fútbol que nada tiene que ver con la alineación de Saviola como extremo derecho, Kluivert como ariete y Ronaldinho arrancándose por la izquierda como si fuera Zidane en el Madrid o Nedved en la Juve.

Muy contento con el final protagonizado ante el Athletic, el entrenador retomó en la Copa el tridente y el Barça se salió de madre, como ya le ocurrió contra Osasuna y, a ratos, frente al Valencia, el Celta o el Púchov: en 330 minutos, el trío de delanteros ha marcado tres goles y únicamente ha ganado en la Liga al Albacete.

A Rijkaard las alineaciones le suelen durar lo que tarda el equipo en conceder una nueva derrota. A lo que se ve, sin embargo, no le disgustó la actuación que el jueves protagonizó el tridente, por muy previsible que pareciera el equipo, falto de imaginación y de pase, sorprendido al principio y también al final, cuando el técnico dio entrada a dos extremos y al medio centro al tiempo que retiraba al ariete.

A mitad de camino, el Barça vuelve la vista atrás con asuntos como el tridente, la mala vida de Kluivert o la poca cosa que parece Saviola. Agobiado por los resultados, la meta es negociar cada partido para llegar a mayo y repintar el próximo curso. La historia de cada año. Rijkaard claudicó el jueves y Xavi escribió ayer: "No me preocupa el resultado, porque el 0-1 es remontable, sino el juego".

Frank Rijkaard, entrenador del Barça.
Frank Rijkaard, entrenador del Barça.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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