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Signos

"Un ejercicio de legítima defensa"

Caballero Bonald reúne su obra completa en verso en 'Somos el tiempo que nos queda'

A menudo relegada por el éxito de su narrativa, la faena poética de José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926) ha sido siempre fiel y militante, si bien no exenta de largos silencios editoriales. Desde sus iniciales poemarios de los años cincuenta, como Las adivinaciones, Memorias de poco tiempo o Las horas muertas, hasta el más reciente Diario de Argónida, el poeta Caballero Bonald ha sabido resistir, crecer y confirmarse. Ahora, la editorial Seix Barral prepara una edición de su poesía completa que llevará por título Somos el tiempo que nos queda, sometida al minucioso examen del autor.

La revisión integral, según afirma Caballero, "siempre resulta un poco abrumadora". "Reunir 50 años de poesía es agobiante, es como estar revisando un testamento que ya había leído y releído muchas otras veces. Toda poesía tiene algo de última voluntad, así que reunir un montón de poemas es como reunir un montón de últimas voluntades", dice.

Dicha tarea ha implicado ciertos pulidos y, en algunos casos, la supresión de poemas enteros en los que Caballero ya no se reconoce. "Revisé todos y cada uno de los poemas, es una tentación que no puedo resistir. Un poema se puede corregir interminablemente. Por otro lado, creo que las palabras envejecen tanto como quienes las usan. Al menos, a mí me suenan de manera distinta, por lo que he sustituido varios adjetivos, sustantivos... Yo no emplearía nunca palabras como 'problemática' o 'políticamente incorrecto', son ajenas a mi gusto verbal, aunque en otro tiempo tuvieran un sentido", comenta.

Caballero Bonald se ha adelantado ya a quienes piensan que esta nueva edición supone una despedida o punto final como poeta. Por el contrario, asegura: "Ahora mismo estoy escribiendo poesía, me extraña tanta afición, yo, que nunca la he tenido... Entre un libro y otro han transcurrido a menudo varios años, mi estado de ánimo me impedía mantener el tono mucho tiempo. Y de pronto, siento que lo he recuperado. Tengo 30 poemas casi definitivos, y otros tantos borradores. Los dejaré dormitar hasta pasado el verano, y probablemente los publicaré el año próximo", vaticina el autor.

Lo seguro es que, para el jerezano, la poesía es algo más que un pasatiempo o un desahogo. Lo suyo parece ir en serio, tanto que la escritura de versos toma para él, en ocasiones, la apariencia de un búnker inexpugnable. "Siempre digo que para mí la poesía, a veces o en cierto modo, es un ejercicio de legítima defensa. Escribiendo me defiendo de esas falacias y barbaridades que vivimos, de ese mundo desquiciado y caótico que nos muestran los periódicos. Eso me incita a escribir versos, siempre", indica Caballero.

En esta revitalización de su poesía influye, sin duda, la constante compañía que le hacen poetas de generaciones posteriores a la suya, con los que Caballero mantiene una amistad que no consiente grados. "Los poetas jóvenes me enseñan casi tanto como los maestros antiguos. Ellos son los portadores de las nuevas savias. Me gustan en especial aquellos que se aventuran, que indagan en el lenguaje, mientras que la poesía figurativa o explícita me dice muy poco. Hay tres o cuatro que leo con mucho gusto, pero no digo nombres", dice.

A la hora de esbozar una definición de poesía coherente con su propia experiencia, Caballero no duda un instante. "Una forma de justificarme a mí mismo, eso es la poesía. No creo que ayude a cambiar el mundo, no creo que ayude a cambiar nada. Pero hay que intentarlo. Intento cumplir con ese propósito como un destino personal", afirma.

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