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Crítica:ÓPERA | 'I masnadieri'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Como quien no rompe un plato

Sin gabinetes de prensa lanzando las campanas al vuelo, como quien no rompe un plato, la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera, después de celebrar con prudencia su cincuentenario, se va a lanzar entre 2006 y 2020 a un proyecto cultural verdaderamente osado: la representación de todas las óperas de Verdi en sus diferentes versiones. Bien es verdad que tiene un aval ya de entrada en sus 170 funciones previas del compositor italiano y que una buena parte de sus más de 6.000 socios tiene una cultura vocal considerable, pero el empeño es muy ambicioso y teatros de campanillas como el Covent Garden londinense no lograron culminarlo cuando lo pretendieron con motivo del centenario de la muerte de Verdi. La ABAO simultaneará desde el comienzo títulos populares con rarezas: Rigoletto con Oberto, conde de San Bonifacio, en la primera temporada; Aida con La batalla de Legnano en la segunda, y así sucesivamente. Para que no haya lugar a dudas sobre las garantías que ofrece la propuesta valga de muestra este aperitivo con I masnadieri, de un nivel vocal y artístico equilibrado y, es más, hasta ejemplar. Giuseppe Verdi está, en Bilbao, en las manos idóneas. El nuevo presidente de la ABAO, Juan Carlos Matellanes, que sustituye al entrañable Paco Larrakoetxea, ha debutado con buen pie.

I masnadieri

De Verdi. Con Fiorenza Cedolins, Francisco Casanova, Roberto Servile y Andrea Papi. Orquesta Sinfónica de Euskadi y Coro de Ópera de Bilbao. Dirección musical: Fabricio Maria Carminati. Dirección de escena, escenografía y vestuario: Pier'Alli. Producción del teatro Massimp de Palermo 2001. Temporada de la ABAO, Palacio Euskalduna, Bilbao, 17 de enero.

Gusto exquisito

Del competente elenco vocal en Bilbao de I masnadieri, undécimo título para el teatro lírico de Verdi, a partir de Los bandidos de Friedrich Schiller, destacaron la soprano italiana Fiorenza Cedolins, con una línea de canto administrada con gusto exquisito y recursos técnicos sobrados, y el físicamente voluminoso tenor dominicano Francisco Casanova, con tanta facilidad en los agudos como belleza en la emisión. Eran, por encima de todo, voces apropiadas para el canto verdiano, en estilo. Como las de todos sus compañeros de reparto. Qué delicia.

Al director musical Fabricio Maria Carminati, desde 2000 máximo responsable artístico del teatro Donizetti de Bérgamo, le bastó concertar con fluidez y buen tino para, con la respuesta no brillante pero sí homogénea y sugerente de la Sinfónica de Euskadi, redondear un apartado musical, felizmente complementado con la competente prestación del coro de la casa.

La puesta en escena de Pier'Alli, procedente del bellísimo teatro Massimo de Palermo, fue tan eficaz escenográficamente como impoluta teatralmente. Los espacios vacíos eran potenciados con unas rampas que realzaban el juego de ilustraciones, muchas de ellas de tipo evocador, desde el punto de partida de las ruinas al de los cuadros más o menos pictóricos. En esa atmósfera sin sobresaltos transcurrió una velada operística de mucha enjundia. Era un título menor de Verdi, desde luego, pero sus abundantes atractivos se vieron resaltados y hasta catapultados por una interpretación encomiable. Noche de éxito, noche de reafirmación verdiana en Bilbao. En el Consulado de la capital vizcaína están preparando ya, siguiendo la más escrupulosa tradición, la doble nacionalidad para el autor de La traviata. En fin, cosas que pasan.

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