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Reportaje:TENIS | Un deporte bajo sospecha abre su Grand Slam anual con el Open de Australia

El dopaje sube a la red

El reconocimiento de McEnroe de haber tomado esteroides para caballo durante seis años y la confesión de positivo de Rusedski hacen saltar las alarmas

La plaga del dopaje en el deporte nunca se había asociado con el tenis. Los casos más escandalosos manchaban otras modalidades. Sin embargo, el reciente positivo por clembuterol del argentino Mariano Puerta, la confesión pública del británico Greg Rusedski de haber dado positivo por nandrolona asegurando que el ATP Tour esconde otros 47 casos semejantes al suyo y, sobre todo, el reconocimiento del estadounidense John McEnroe, con siete títulos del Grand Slam, de haber estado seis años tomando anabolizantes para caballos sin haberse enterado han puesto el tenis en el disparadero.

¿Sigue siendo un deporte tan limpio como aseguran sus dirigentes? La cuestión es que, incluyendo los dos últimos casos, sólo ha producido en toda su historia doce positivos reconocidos. Es una cifra corta en comparación con las de la natación, el atletismo, la halterofilia o el ciclismo. Y más aún teniendo en cuenta que en cinco de estos casos se detectaron cafeína y cocaína, dos drogas de recreo.

Fisioterapeutas del 'tour' repartieron productos vitamínicos y nutricionales contaminados
De los 600 análisis realizados en 1996 se pasó a 1.428 en 2002, 77 fuera de competición
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Todas las precauciones son pocas
AUSENCIAS EN MELBOURNE.

El tenis vivió en el limbo hasta que entró en los Juegos Olímpicos en los de Seúl 88. Allí los jugadores comenzaron a pasar controles. "Sin embargo", asegura Debbie Jevans, directora del programa antidopaje de la Federación Internacional (ITF), "desde entonces hemos trabajado con seriedad. Creo que es un deporte muy limpio, pero no completamente. Y eso es lo que queremos lograr".

El ATP Tour no acepta la imputación de Rusedski y asegura que sólo tiene pendientes siete casos, de los que tres superan las cantidades permitidas de nandrolona. "Están aún en estudio para delimitar las responsabilidades que el ATP Tour pueda tener en ellos", asegura Benito Pérez Barbadillo, uno de los responsables de comunicación del circuito, en referencia al hecho de que los fisioterapeutas de la ATP repartieron productos contaminados a algunos jugadores.

El programa antidopaje nació en 1990 y se hizo fuerte cuatro años después, cuando la ITF, la WTA y la ATP comenzaron a trabajar unidos. En 1998 se nombró administrador a la empresa Management Atletic Testing Services (MATS) y en 2002 el control pasó a manos de IDTM, unos laboratorios suecos utilizados también por las federaciones de atletismo, natación y moticiclismo, y se anunciaron controles de sangre para 2003. De los 600 análisis realizados en 1996 se pasó a 1.428 en 2002, 77 de ellos fuera de competición. De ellos, 432 correspondieron al circuito femenino. Un jugador clasificado entre los diez primeros del mundo, fue analizado 8,6 veces, y uno entre los 50 mejores 5,6 veces. Algunos tenistas superaron los 14 controles. Y el año pasado los análisis aumentaron hasta 1.500.

Sin embargo, es cierto que con anterioridad a 1988 no existía ningún control. "Recuerdo", dice el ex jugador Emilio Sánchez Vicario, "el rumor de que algunos jugadores se metían las rayas en la muñequera durante sus partidos". El armenio Vitas Gerulaitis, fallecido en septiembre de 1994, acaparaba toda la rumorología.

Pero la mayor parte de los jugadores no pasaba de tomar complementos nutritivos y sales minerales. "A nosotros", prosigue Sánchez, "Pato Álvarez nos daba barras vitamínicas que tenían un efecto más psicológico que real. Pero siempre supe lo que tomaba. No creo que nadie ingiera productos con desconocimiento porque está en juego todo tu trabajo".

Cuando McEnroe reveló aquel secreto que no había confesado ni siquiera en su autobiografía -No puedes ser serio- no sólo desató una peligrosa polémica, sino que puso en entredicho toda su carrera profesional. Afirmó que se dopó durante seis años. Sus siete títulos del Grand Slam los ganó curiosamente durante ¡seis años!

"Es una vergüenza que diga ahora que se inyectó", estalla el cuádruple ganador de grandes Manuel Santana; "si lo hizo, como dice, que le quiten sus títulos". En términos parecidos se expresa Juan Carlos Ferrero, ex número uno mundial: "McEnroe ensucia el tenis actual porque no es ya su circuito. Si yo hubiera perdido alguna final contra él, reclamaría el trofeo. No puede eludir la responsabilidad alegando ignorancia". La ITF es más legalista. "Si lo hizo", afirma Jevans, "es lamentable para su salud. Sin embargo, durante la mayor parte de su carrera el uso de esteroides no le habría impedido jugar, puesto que estas sustancias no eran consideradas prohibidas en el tenis".

Todo cambió en 1990, pero en los primeros diez años de controles sólo se produjeron dos casos de esteroides. En 2002, sin embargo, laboratorios de Montreal, Lausana y Estocolmo detectaron 33 casos de tenistas que dejaron huellas de nandrolona, aunque no superaban los límites permitidos. Descubrieron además cierta similitud en las pruebas y dedujeron que el foco de infección podía ser común.

La conclusión fue que los propios fisioterapeutas del circuito masculino habían repartido productos vitamínicos y nutricionales contaminados a los jugadores. En mayo de 2003 la ATP les prohibió seguir con esa práctica. Y un tribunal independiente rehabilitó a Bohdan Ullirach del positivo que dio en 2002 en Moscú. A estas mismas premisas se acoge Rusedski para evitar una sanción de dos años.

"Dudo de que Rusedski se tomara algo de forma consciente", asegura Àlex Corretja; "no le creo capaz de eso. Sería absurdo". "El tenis es puntero en los controles antidopaje", agrega el norteamericano Andre Agassi, que pasó once controles, ocho de sangre, en 2003.

"¿Doparse?", se pregunta Josep Perlas, entrenador de Albert Costa; "puede que alguien lo haga para recuperarse de una lesión o coger masa muscular, pero apuesto por la limpieza. Lo único que la mayoría toma son electrolitos, del tipo Isostar o Gatorade, pero hechos en laboratorios reconocidos, analizados y guardados con sigilo para que nadie los manipule". "No hace falta doparse para estar arriba", concluye Antonio Martínez Cascales, entrenador de Ferrero; "Juan Carlos es el ejemplo más claro: ha sido número uno y ahora es el tres y nunca ha tomado nada. La única receta es trabajo, mucho entrenamiento".

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