El audiovisual, un sector estratégico
El sector audiovisual debería considerarse una de las tres o cuatro plataformas estratégicas indispensables para el progreso económico de un país pequeño como Cataluña. Hasta ahora se han impulsado políticas dirigidas a dar prioridad a los contenidos, por encima del desarrollo de los servicios y de la propia industria. Tal orientación no es la más indicada para el fortalecimiento de un sector cuya principal característica es la dispersión.
Para que la industria audiovisual adquiera el empuje que precisa habría que prestar atención a cuatro conceptos.
En primer lugar, investigación y desarrollo (I + D). Estamos inmersos en un proceso de digitalización de redes en las que las empresas ubicadas en Cataluña pueden desempeñar un papel de primer orden a escala europea: fabricantes de electrónica, compañías especializadas en la digitalización de redes, empresas que han tomado la iniciativa en el desarrollo de software de transmisión por satélite y otras que son pioneras en modelos de cajas inteligentes, universidades con departamentos de audiovisual, etcétera. Deberían agruparse en clusters que en el corto plazo pudieran desarrollar productos especializados, como, por ejemplo, descodificadores inteligentes. En los próximos años, en Europa, se van a necesitar millones de terminales de este tipo.
El segundo punto es la concentración. El sector audiovisual catalán está constituido por más de 100 productoras, algunas con muy poco peso. Cuando vamos por Europa para vender un producto audiovisual, lo hacemos representándonos a nosotros mismos y no como parte de un sector significativo. En Cataluña hay cuatro o cinco empresas punteras en producción de programas y en distribución y exhibición cinematográfica, pero esta realidad no se percibe desde el exterior como un sector con peso específico real.
Madrid y otros puntos europeos tienen una Ciudad de la Imagen en la que se concentra una parte sustancial de la industria. Actualmente, en Cataluña se llevan a cabo unas 400 producciones al año de publicidad, cine y televisión que vienen de fuera y que después del rodaje van a otras ciudades a terminar los procesos, con lo que el valor añadido principal no se queda aquí. Durante mucho tiempo hemos abogado por impulsar procesos como el de la Ciudad de la Imagen, entendido como unas infraestructuras abiertas, porque así nos podríamos convertir en un referente a escala europea. Para conseguirlo habría que desarrollar servicios de producción y posproducción competitivos.
Un ejemplo claro en Italia es Cinecittà. Ha experimentado un proceso de transformación que la ha colocado en la vanguardia de la producción audiovisual en el mundo. La película Gangs of New York se rodó en Roma, no en Estados Unidos. Eso hizo posible que Martin Scorsese y todo su equipo estuvieran un año y medio viviendo allí, con todas las implicaciones que eso tiene no sólo en cuanto a los servicios de producción, sino a la irradiación de talento y creatividad.
El tercer concepto es la formación. Como país, tenemos una carencia de cultura audiovisual heredada del franquismo. Las tecnologías audiovisuales y de la información tienen una presencia insuficiente en los procesos educativos. Existen academias dedicadas a la formación profesional, centros como ESCAC, y masters y licenciaturas en diversas universidades. Se trabaja con un esquema excesivamente disperso que tampoco integra las tecnologías de la información y comunicación en el sistema educativo.
Cataluña era ya, hace poco más de 15 años, el lugar en el que se encontraba la base profesional más importante de operadores de cámara, sonido, etcétera. Este sector ha tenido continuación en los procesos de digitalización, pero no existe una línea de formación profesional seria, sobre todo por lo que se refiere a guión, producción y dirección, que son algunos aspectos que luego generan valor añadido.
El cuarto factor que se debe destacar es el que se refiere a la televisión en Cataluña y a la Televisión de Cataluña. En esta comunidad no hay ninguna sede de decisión que abarque todo el mercado español. Los centros de todas las cadenas de ámbito estatal se encuentran en Madrid y los de los procesos de gestión de derechos están en otras ciudades de Europa. Se trata de unproblema estructural que resolver.
La iniciativa del Grupo Planeta en el ámbito de la televisión es quizá el intento más claro de acercar esos centros de decisión a Cataluña. Los procesos de digitalización han de hacer posible que algunas licencias se concedan a empresas radicadas en Cataluña, lo cual ampliaría las perspectivas del sector.
En cuanto a Televisión de Cataluña hay que decir que fue hace 20 años la cuna de la industria audiovisual de este país. A principios de la década de 1980, TV-3 hizo de la necesidad virtud e impulsó no sólo una televisión de calidad -probablemente la mejor de Europa-, sino también una cierta industria a su alrededor, a veces pionera en el desarrollo de la ficción propia. Pero desde entonces esta empresa pública ha tenido un crecimiento constante, ha absorbido gran cantidad de mano de obra cualificada y ha menospreciado el peligro de concentrar recursos desproporcionados. Más allá de su actividad de producción y difusión, la televisión pública tiene que estimular sin vacilar el tejido industrial del sector.
La nueva Administración debe elaborar, impulsar y aprobar una ambiciosa ley catalana del audiovisual y reformar la que regula la Corporación Catalana de Radio y Televisión. Son, junto con la legislación específica referente al cine, cuestiones que se arrastran desde hace años y de las que es preciso que el Parlament se ocupe con urgencia.
Habrá que abordar problemas de resolución nada fácil porque hay que prestar atención, entre otros, a elementos tan diversos como los descritos: I + D, estructura productiva, formación y sector público. Entendemos que el sector audiovisual exige políticas de transversalidad que institucionalmente afectan a varios departamentos: Industria, Cultura, Enseñanza y Presidencia. Una actuación coherente en tantos ámbitos reclama, probablemente, el establecimiento de una responsabilidad específica dentro de la Administración.
Jaume Roures es productor audiovisual.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.