La Billie Holiday del 'country'
Hace unas semanas, el semanario británico New Musical Express regalaba un disco, Hanging with The Srokes. Se trataba de un singular compacto donde el imberbe grupo neoyorquino presumía de debilidades e influencias. Incluía mucho rock afilado (Iggy Pop, Blondie, Johnny Thunders, The Velvet Underground), algo de reggae beligerante (Marley, Peter Tosh) y, aquí está la sorpresa, el country de Patsy Cline. En realidad, no debería llamarnos la atención. Hasta un ensoberbecido grupo de rock en la cresta de la ola sabe reconocer la capacidad inigualable de Patsy Cline para destilar sentimientos, especialmente el desamor.
El mito de Patsy Cline -de verdadero nombre Virginia Patterson Hensley, virginiana de 1932- conserva fresca su potencia. Como ocurrió con muchas luminarias del rock, su vida pública fue intensa y breve; grabó sólo durante ocho años, entre 1955 y 1963. Ese año, el 5 de marzo, tras un concierto en Kansas City, volvía a Nashville y su avión se estrelló. Hollywood no pudo resistirse a su desdichada biografía y en 1985 se estrenó Sweet dreams, una apreciable película con Jessica Lange como protagonista principal y Ed Harris como el marido indigno de la cantante. Sabiamente, no se hizo un intento de regrabar los éxitos, como ocurrió con Coal miner's daughter, donde Sissy Spacek mimetizaba a Loretta Lynn. Los responsables de Sweet dreams, comprendieron que no se podía alterar un texto sagrado: Jessica movía los labios mientras sonaba la difunta.
Los discos de Patsy no ocultan su fecha de grabación pero exhiben una elegancia ingenuamente sofisticada. Su productor, Owen Bradley, fue uno de los artífices de la urbanización del country. En su caso, lo que se llamó sonido countrypolitan presentaba a un lacónico grupo intrumental azucarado por arreglos de cuerda y las voces de los Jordanaires. Al frente, solía estar el piano de Floyd Cramer; a su alrededor, tres guitarras y, a veces, dos bajos (acústico y eléctrico). Bradley también fue decisivo por seleccionar, a partir de 1960, que es cuando comienzan sus éxitos, material de primera que, además, tenía resonancia emocional para Patsy Cline.
En la formación de una le-
yenda entran elementos intangibles...
y extramusicales. En los cuarenta años pasados tras su muerte, los discos de Patsy Cline se han establecido como referencias esenciales en la comunidad lesbiana. De hecho, la vocalista k. d. lang, insistió e insistió hasta que consiguió que Bradley saliera de su retiro para hacer con ella Shadowland, en 1988. En el lesbian underground existe una identificación profunda con el repertorio de Patsy, curiosamente compuesto por hombres -Willie Nelson, Carl Perkins, Hank Cochran, Don Gibson- y casi siempre referido a una amarga situación: ella se dirige a su antiguo amante y confiesa que no puede vivir sin su presencia. Entre sus grandes éxitos sólo hay una canción que pueda considerarse alegre y no es ciertamente de lo mejor de su obra: en Back in baby's arms, sencillamente ha habido una reconciliación tras la ruptura.
No, la mejor Patsy Cline es la impávida cronista de su propio corazón roto: "Tengo las fotos que me diste / están firmadas con amor, como el que me dabas / tengo tus discos, los que solíamos compartir / y suenan igual que cuando estabas aquí / la única diferencia, lo único nuevo es que ella te tiene" (She's got you, 1961). Lo suyo es la confesión de las obsesiones que permanecen: "Él me lleva a los lugares que tú y yo solíamos ir / me dice una y otra vez que me ama / me da un amor que nunca recibí de ti / me ama, su amor es verdadero / ¿Por qué él no puede ser tú?" (Why he can't be you, 1962). El de Patsy es un sufrimiento que se exhibe públicamente. "Salgo a pasear después de la medianoche / bajo la luz de la luna, como tú solías hacer / camino millas por la autopista / es mi forma de decirte que te amo / paseo después de la medianoche buscándote" (Walkin' after midnight, 1961). De tanta desolación surgió una belleza inoxidable, torch songs de Nashville fácilmente recuperables en antologías como 12 greatest hits, The Patsy Cline story, The ultimate collection o la cronológica The Patsy Cline collection.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.