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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Frank Ténot, un epicúreo que amaba el jazz

Aquí yace aquel que amó la vida. Se maravillaba de su suerte. Decía deberla al jazz. Nacido en Mulhouse en 1925, descendiente de dos generaciones de docentes alsacianos, trató el juego con seriedad. Con bastante éxito. "Haber nacido en 1925 es haber vivido y experimentado los comienzos de la emisora TSF".

En su divertida autobiografía, Je voulais en savoir davantage (Albin Michel, 1997), hablaba de su pasión por la radio. Obligaba a su padre a dar rodeos para contemplar las antenas. "Pintadas de rojo y blanco, simbolizaban para mí la libertad de expresión, la difusión de información y de música". Su vida se confunde con un tratado de economía; o con una enciclopedia de los medios de comunicación; o bien con la historia de las relaciones franco-estadounidenses o el análisis de las formas sociales de la posguerra. Había conservado su silueta de joven, su bigote malicioso y su inteligencia burlona.

A comienzos de 2004, tras deshacerse de sus acciones del grupo Hachette (1999), Frank Ténot todavía dirigía, con Jean-François Bizot, la emisora de jazz TSF, seguía orquestando Jazz Magazine y, más recientemente, Jazzman. Seguía siendo concejal de su localidad, Marnay (Aube).

En 1955, Daniel Filipacchi y Frank Ténot no tenían nada de emperadores. Eran dos jóvenes delgados, Ténot con un encanto un tanto anticuado (el bigote a lo Errol Flynn) y Filipacchi más conforme a los patrones recientes. A la muerte de Charlie Parker, en 1955, Europe 1, que iniciaba sus emisiones, los invitó conjuntamente: Frank Ténot era agente técnico de la Comisaría para la Energía Atómica (CEA) de Saclay y Daniel Filipacchi fotógrafo de Paris-Match. Ambos eran miembros de la revista Jazz Hot, donde Frank Ténot se encargaba de la secretaría de redacción. Cada noche, de 1955 a 1968, emitieron tesoros divirtiéndose. Su público era el título del programa: Para quienes aman el jazz. Cada noche, con una labia suelta, dos apasionados charlaban sobre las formas, las evoluciones y las historias del jazz. La universidad radiofónica del jazz en Francia. La gente incluso coleccionaba sus sintonías.

Con Daniel Filipacchi y la ayuda de Jean Frydman, en 1954 compraron Jazz Magazine a los Barclay. Le dieron una de las mejores maquetaciones de la prensa e inventaron titulares con juegos de palabras. El programa de radio triunfó, sus gustos divergieron, su amistad se mantuvo serena y su asociación lucrativa: Daniel Filipacchi se orientó hacia el rock, o, más bien, tal y como se llamaba en Francia, el yeyé. De tapadillo produjeron, junto con Norman Granz, los conciertos de jazz del Olympia, en París. Ray Charles y John Coltrane eran amigos suyos. Abiertamente, lanzaron a Sylvie Vartan, la vecina de Frank Ténot, Salut les Copains, Mademoiselle âge tendre, Pariscope y la revista Lui, cuyo redactor jefe era Jacques Lanzmann. Tuvieron éxito en todo, salvo en el relanzamiento de Look en Estados Unidos.

El 21 de junio de 1963 patrocinaron una fiesta que acabó a golpes en la plaza de la Nation, en París. Por segunda vez, De Gaulle tuvo que zanjar la cuestión. La primera fue a propósito de la censura de Lui ("¡Que sigan! ¡Tiene que haber algo más que Tintin en los cuarteles!"). Dirigían su flota de negocios, desde prensa popular hasta revistas del corazón. En la oficina de 30 metros cuadrados, en los Campos Elíseos, el modesto pesquero almirante Jazz Magazine proseguía su travesía. Frank Ténot seguía pensando que el secreto de su éxito estaba ahí. Jean-Louis Ginibre fue elegido para la delegación del grupo en Estados Unidos. Ténot seguía encargándose de cerca o de lejos de una dirección a la que daba una gran libertad.

La "afición" (¿pasión?, ¿afecto?) de Frank Ténot por el jazz era generosa, agradecida, jovial. La que tenía por los toros y el flamenco, importante. En Sevilla era otro hombre: él mismo. En el muy selecto recinto de la feria, creó con toda naturalidad su propia caseta: "Paco Ténot y amigos". Allí recibía a los principales flamencos, a los políticos y a los que pasaban por ahí. Celebraba a los desaparecidos.

Frank Ténot alimentaba la pasión filosófica de la región del suroeste: la tolerancia, el lado británico de Burdeos, el alma del vino. La compartía con otros, como Lucien Malson, por ejemplo, profesor de universidad, más tarde crítico de jazz en el diario Le Monde. Con un vaso de Château Climens en la mano, era algo que Malson debía a su herencia y Ténot al aprendizaje. Ex sindicalista, Frank Ténot jugaba a encarnar el papel de capitalista. Tuvo éxito con él: se había vuelto millonario. No le gustaban los entierros. No acudía: "Y por cierto, no iré al mío".

Continuó siguiendo a los músicos y teniendo iniciativas: una velada para Lee Konitz, un proyecto de Casa del Jazz. La invención le interesaba.-

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