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LONDRES | LA CARRERA DE LOS JUEGOS

Escaso entusiasmo popular en la candidatura británica

El principal rival de Londres para albergar los Juegos Olímpicos de 2012 parece ser el propio Londres. El Gobierno británico sólo se decidió a última hora a apoyar la candidatura de su capital. Los supuestos grandes beneficiarios del proyecto, los habitantes de la deprimida zona de Lower Lea Valley, al este de la ciudad, no parecen haber encajado con mucho entusiasmo la iniciativa y muchos de ellos prefieren que el dinero se gaste en más viviendas y escuelas y en menos estadios deportivos. Los londinenses parecen más preocupados por un posible aumento de los impuestos que por la proyección internacional y la regeneración que supone el convertirse en sede olímpica. Y la prensa se ha dedicado sobre todo a criticar los primeros pasos de Barbara Cassani, la ejecutiva norteamericana que encabeza la candidatura.

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Sin embargo, nada de eso parece ser un obstáculo demasiado importante. El mayor problema que debería afrontar Londres como sede olímpica sería el del transporte público. El Comité Olímpico Internacional (COI) ya ha hecho saber a Barbara Cassani que Londres tendría muy pocas posibilidades de ganar si mantiene sus planes iniciales de concentrar toda la actividad olímpica en el área de Lower Lea Valley. Los organizadores se han puesto de inmediato a pensar en la forma de llevar los juegos a otros puntos de la capital.

Las pruebas de triatlón podrían celebrarse en Hyde Park. La final de fútbol en Wembley. A la plaza de Trafalgar, en el corazón de la ciudad, podría llevarse alguna prueba que pudiera celebrarse en instalaciones desmontables. Y Cassani sueña con trasladar el tenis a las míticas pistas de Wimbledon, pero topa con el inconveniente de que estarían lejísimos de la villa olímpica y de que la hierba no es una superficie adecuada para los Juegos Paralímpicos.

Problemas

El mayor problema de descentralizar los Juegos es el transporte público. Londres cuenta con una red de metro extraordinaria, pero obsoleta y saturada. Los organizadores piensan en carriles reservados para el tráfico olímpico en superficie, pero lo que fue un éxito en una ciudad cuadriculada y pequeña como Barcelona puede no serlo en la inmensa y urbanísticamente espontánea capital británica.

El proyecto olímpico cuenta con la ampliación y mejora de las líneas de metro Central y Jubilee, las dos que llevan a Stratford, junto a la futura zona olímpica. Y se han lanzado ideas imaginativas y románticas, como la de organizar una red de góndolas por el Támesis, que conectaría con la zona olímpica a través de los canales que surcan el este de Londres.

El argumento político es la regeneración de esa parte de la ciudad, una de las más populares y también más pobres de la capital. "Tanto Barcelona como Sidney rehabilitaron con gran éxito terrenos abandonados, pero el proyecto de Lea Valley promete ser aún más ambicioso e incorporará algunas de las lecciones aprendidas de estas dos ciudades anfitrionas", dicen los organizadores.

Pero los supuestos beneficiarios del proyecto parecen desconfiar de los fastos olímpicos. Los 30 euros al año que puede costarle a cada familia londinense la organización de los juegos a partir del año fiscal 2006-07 puede parecer una miseria para quienes han vivido en una ciudad olímpica, pero los opositores al proyecto lo presentan como un gran inconveniente. Y los ecologistas advierten que la construcción de la villa y los estadios puede arruinar las marismas del río Lea.

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