Víctor lanza al Villarreal ante el Valladolid

Una circunstancia implícita al fútbol resultó determinante: la expulsión del central del Valladolid, Julio César. Acababa de empatar el Valladolid mediada la segunda mitad, llegaba muy crecido el conjunto de Fernando Vázquez, pero, dos minutos más tarde, Julio César fue expulsado y el partido volvió a cambiar completamente. A partir de ahí, el Valladolid terminó por sucumbir ante el tirón, la calidad y el acierto de un buen Villarreal. Gracias, sobre todo, a Víctor, el pequeño delantero, que entró en el último cuarto del encuentro y marcó las diferencias.

A Benito Floro no le habían gustado las dos últimas actuaciones de su equipo, en la Liga ante el Valencia y, en la Copa, frente al Sevilla. En ambos, tuvo lagunas y despistes defensivos que le costaron muchos goles. Y el técnico buscó subsanarlo arropando más al equipo, volviendo al doble pivote a cambio de sacrificar a un delantero.

Idéntico dibujo presentó el gallego Fernando Vázquez para su Valladolid. El Villarreal parecía manejarse mejor ante tanta densidad al abrigo de la calidad de Riquelme, que se mueve bien en cualquier tipo de espacios. Los problemas para los castellonenses comenzaban cuando cruzaban la línea de tres cuartos del campo y se aproxibaman al área rival.

Ante la ausencia de Anderson por problemas físicos, Floro ubicó al sevillano José Mari en la demarcación de delantero puro, de ariete. Tal decisión se antojaba, al menos, discutible, teniendo en el banquillo a Víctor, que después sería decisivo para apuntalar la victoria del conjunto castellonense. También sorprendió la ausencia inicial del argentino Battaglia en el once, más aún tras su buen debut en la Copa ante el Sevilla. Sin embargo, la lesión de Josico propició pronto la entrada en la cancha del ex del Boca. Cuestionable es la idea de José Mari como delantero (difícil catalogarle en tal o cual posición), pero los caprichos del fútbol le dieron un guiño a Floro. El sevillano cazó con la cabeza un balón rebotado de un defensa y adelantó a su equipo tras una genialidad previa del argentino Riquelme.

En el segundo acto nació un nuevo partido, más abierto, dinámico y con ocasiones, como la que tuvieron juntos y a la vez Julio César y Sousa, con error de charlotada incluido. El Villarreal no sabía cómo frenar al potentísimo Makukula, que batió a Reina en cuanto le encaró. El Valladolid parecía más fuerte, pero la expulsión de Julio César le hundió en la miseria. También el ingreso en el campo de Víctor, que no sólo marcó el segundo, sino que pasó el tercero a Roger, que resolvió con clase. El pequeño Víctor se rebeló así, con buen fútbol, a su suplencia.