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Columna
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Metáforas

Juan José Millás

El esqueleto goza de un prestigio absurdo, como si no existieran en la naturaleza otras formas de articulación. Los insectos no tienen columna vertebral, pero son los únicos seres que sobrevivirían a un holocausto nuclear. En realidad, no hay nada más tosco que un conjunto de huesos. Cualquier fibra sintética de las inventadas en los últimos años es más flexible y vistosa que la materia ósea. Los huesos hacen mucho ruido pero no dicen nada, no se expresan. Cuando los arqueólogos dan con un yacimiento de caderas, lo primero que hacen es imaginar cómo fueron las partes blandas que contuvieron en su día. Y es que las vísceras hablan por los codos. Hay más información en un pedazo de hígado que en un juego completo de costillas. El problema de las partes blandas es que, pese a contener el significado, se pulverizan como pétalos al deshidratarse.

La ciencia abandonó hace casi dos siglos la idea de que los vertebrados son superiores a los invertebrados, pero en el lenguaje común el esqueleto continúa funcionando como un modelo de estructura interna. Hasta los filósofos hablan de vertebrar la realidad como si no hubiera otros modos de organización que el que gira alrededor de una columna. Y los políticos, que son los reyes del tópico, utilizan esta imagen no tanto porque impresiona a su público como porque continúa impresionándoles a ellos mismos. El PP dice ahora que el PSOE quiere romper la columna vertebral del Estado porque Aznar y Aceves son incapaces de imaginar un Estado sin esqueleto, lo que constituye una limitación intelectual atroz. Si el cerebro tuviera hueso, las ideas no echarían raíces en él.

Basta con atender al ejemplo que proporciona la naturaleza, para darse cuenta enseguida de que los invertebrados han cosechado más éxitos biológicos que los vertebrados a lo largo de la historia. Y no han hecho más que empezar. Personalmente, prefiero un Estado sin esqueleto a un Estado sin cerebro. Y tampoco me importaría que Zaplana apareciera menos rígido si dijera cosas más inteligentes. Sugerimos a los políticos en campaña que cambien de metáforas zoológicas, a ver si de ese modo son capaces de renovar también su pensamiento. Gracias y que gane el mejor.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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