El Barça no espabila
El Levante se impone al equipo catalán en un partido marcado por la excelente actuación del portero vasco local Aizpurúa
La cara de Rijkaard era todo un poema. Con el ceño fruncido, el técnico del Barcelona asistía entre incrédulo e impotente a la derrota de su equipo, que topó con un espléndido Aizpurúa, el portero suplente del Levante. Lo paró todo el meta vasco, héroe en una noche festiva para el club valenciano: por primera vez se llenó el estadio Ciutat de València, hasta hace unos años llamado Nou Estadi. Impulsado por un discutido penalti de Puyol a Aganzo, el líder de Segunda División se dio el gustazo de derrotar a un grande del fútbol español, el Barcelona, cuya reacción en la segunda parte tras un mediocre primer tiempo fue insuficiente. Saviola, Iniesta, Xavi y Ronaldinho se dieron de bruces con un excelente Aizpurúa, que vivió su noche mágica.
LEVANTE 1 - BARCELONA 0
Levante: Aizpurúa; Descarga, Jesule, Olías, Lekumberri (Alexis, m. 71); Ettien, Rivera, Sandro, Manolo; Cuéllar (Carpintero, m. 64); Aganzo.
Barcelona: Valdés; Reiziger, Puyol, Márquez, Bronckhorst; Iniesta, Xavi, Cocu, Luis García (Quaresma, m. 63); Ronaldinho; Saviola (Sergio García, m. 81).
Goles: 1-0. M. 8. Rivera, de penalti cometido por Puyol al agarrar a Aganzo tras el saque de un córner.
Árbitro: Rodríguez Santiago. Amonestó a Rivera, Aganzo, Sandro y Luis García.
Unos 29.000 espectadores en el estadio Ciutat de València. Ida de los octavos de final de la Copa del Rey.
Con retales de aquí y allá, el Levante ha montado un equipo que tiene muy buena pinta, duro en defensa -es el menos goleado de todas las categorías del fútbol español- y dinámico en ataque. Atraídos por una acreditada solvencia y un ambicioso proyecto deportivo, al Levante han llegado futbolistas con ganas de decir aún muchas cosas. Hay jóvenes con ganas de reivindicarse, de demostrar por qué un día se les colgó el cartel de figuras. Son los casos de Rivera o Aganzo, formados en la cantera del Madrid. Hay veteranos con muchos kilómetros a cuestas y la ilusión suficiente para seguir en esto del fútbol, como Félix o Cuéllar. Y también hay buenos futbolistas, simplemente, como Sandro. Todos saben que cobrarán religiosamente a final de mes, detalle que hoy día tienen muy en cuenta los jugadores, que saben dónde pagan y dónde no.
Dirigido por el cántabro Manolo Preciado, un técnico que goza de bastante credibilidad en el mundillo, el Levante apunta esta temporada muy alto. Es cierto que cualquier técnico de Segunda División, y quizá también alguno de Primera, se frotaría las manos con la actual plantilla levantinista. En todo caso, Preciado está sacándole jugo a su equipo con un sistema de rotaciones que los jugadores han asumido sin rechistar. Ayer, y pese a la entidad de la cita, el preparador cántabro dispuso de tres futbolistas que todavía no han actuado en la Liga: el meta Aizpurúa y los defensas Lekunberri y Olías. Señal de que el equipo no se deshilacha con los cambios.
Enfrentarse al Levante ahora es un marrón para cualquiera. Y más para el Barça, metido de lleno en una profunda crisis de juego y resultados. Al Levante le sobra energía y compromiso con su proyecto. Todo lo que le falta al conjunto de Rijkaard, carente de chispa y recursos.
Para colmo, al Barcelona se le complicó el partido muy pronto. En el minuto ocho, el árbitro pitó un discutido agarrón de Puyol a Aganzo dentro del área. Penalti. La ocasión la aprovechó Rivera para adelantar a su equipo, que disfrutó de una plácida primera parte: el Barcelona apenas inquietó a Aizpurúa, que resolvió muy bien el poco trabajo que tuvo. Primero le paró un tiro a Xavi y luego otro a Iniesta. Ahí se le acabó al Barça la imaginación.
El Barcelona firmó sus mejores minutos en el arranque de la segunda parte. Se le vio con más frescura, desbordando con cierta facilidad a la zaga local y rematando a menudo. A Aizpurúa se le amontonó el trabajo mientras su nutrida defensa las pasaba canutas para frenar a Ronaldinho, Saviola y compañía. A falta de un cuarto de hora, Márquez remató de cabeza al palo. Y pocos minutos después, Saviola topó con el portero levantinista, un muro ayer. El Levante se encomendó entonces a su inspirado portero, protagonista de una noche mágica y festiva para la afición levantinista.
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