_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

De parte del rey furioso

Supongo que, de ayer a hoy, ya te habrás dado cuenta de por qué no te dejé en el balcón esa filigrana del Porsche 911 Targa, ni siquiera una mariconada de Acqua di no sé qué: gilipollas, entérate de una vez, ni soy mago, ni tengo un duro y lo mío no son los chalaneos. Te lo dije hace apenas cuarenta años, cuando tú andabas, una noche de roscón, bien mamado de whisky, llevabas un jersey de lana gruesa y cuello de cisne, y me endilgaste un insoportable rollo acerca de la Comuna de París y de Paul Lafargue, a mí, que no era más que un rey desvencijado por una carga de los grises, con la corona abollada y el pobre dromedario con las tripas en el asfalto. Pero estabas tan iluminado que lo veías todo menos la patética realidad. Fue inútil: tu revolución de libro te impedía percibir la desgracia ajena, la miseria, las exigencias sociales y mis tímidas convicciones republicanas. Tú, y te lo repito, me has obligado a ser rey, dirigiéndome una ridícula correspondencia en nombre de tus hijos y nietos, sin recordar a lo largo de estos cuarenta años mi situación y mi angustia, en el destierro de un reino, que se inventó, en un par de líneas, un poeta de tabernas y posadas, al que le decían Mateo. ¿Y aún tienes el descaro de pedirme un Porsche 911 Targa? Tú, que has echado tripa, que te mueves en las finanzas con la voracidad de un tiburón, y que pones a la plantilla de tus empresas de patitas en la calle cuando te conviene. Por todo eso y tanto más, de mí, so cabrito, ni una miserable mariconada de Acqua di lo que sea. Y ya está bien de sacarte, como a otros de tu ralea, las responsabilidades de encima, diciéndoles a los chicos que los reyes magos son los padres. Que yo con tu esposa ni me lo he hecho, ni me lo haría jamás. Así es que allá tú con tus fantasías eróticas, tus juegos de alcoba, tus intercambios de pareja o tu impotencia. La única mujer que me seduce es Mariana Pineda: cada año, le pido que me borde una bandera de libertad y república. Y espero, porque terminará bordándomela. Y ya ves que no es ninguna maga. Es solo el futuro. Sólo eso.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_