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Entrevista:PEDRO LUIS ARIAS | Portavoz de Gesto por la Paz

"Euskadi no tiene futuro si no se construye respetando su pluralidad"

Pedro Luis Arias (Sestao, 1959) navega en el barco de Gesto por la Paz por aguas mucho más turbulentas que las que vieron nacer al grupo pacifista en los años 80. De ser el referente cívico en la movilización frente a la violencia, ha pasado a recibir críticas de los movimientos constitucionalistas más combativos por una supuesta "neutralidad" que Arias rechaza.

Pregunta. ¿Cuál debería ser la palabra clave para el 2004: firmeza, flexibilidad o diálogo?

Respuesta. Flexibilidad. Cada partido está ahora atrincherado en sus principios, defendiéndolos con firmeza, y si existe un déficit es de flexibilidad. Flexible para aceptar que desde el proyecto de una fuerza política no es posible construir el futuro de una sociedad plural como ésta.

"Desde el proyecto de sólo un partido no se construirá el futuro de una sociedad plural como ésta"
"ETA puede acabar en un fenómeno de 'grapización', pero no creo que a corto plazo desaparezca"
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P. Pero triunfa lo unilateral.

R. Gesto lleva años defendiendo los consensos básicos prepartidistas. Sin ellos, seguiremos empantanados en la actual situación de crispación, enfrentamiento y paralización políticas.

P. Incluso social.

R. Es cierto que la situación también está contaminando las relaciones en la familia, el trabajo, las cuadrillas de amigos.

P. Tras sus conversaciones con todos los partidos, la transversalidad parece imposible.

R. Con carácter inmediato, no hay sitio para la reconstrucción de complicidades básicas. La situación política ha llegado a un estado de degradación que sólo podemos hablar a medio y largo plazo. Y ahí somos optimistas. Euskadi no tiene futuro si no se construye desde el respeto a su pluralidad. Y ni la sociedad vasca ni su clase política se va a inmolar. Habrá cambios.

P. ¿Se refiere a una posible pérdida de la mayoría absoluta del PP en marzo?

R. No será lo mismo que el Gobierno central esté controlado por un partido sin mayoría absoluta y deba pactar para gobernar. O que el nacionalismo o el constitucionalismo no alcancen una posición hegemónica.

P. El último Euskobarómetro revela que nunca la sima entre nacionalistas y no nacionalistas ha sido tan grande.

R. Este dato también tiene una lectura positiva: si alguno de los partidos confrontados tenía alguna pretensión de conseguir que una parte ampliamente mayoritaria de la sociedad sintonizara con sus propuestas, la realidad le demuestra que no va a ser así. Somos dos mitades, en donde caben ciertos corrimientos políticos, pero no grandes vuelcos.

P. Otro dato histórico es la deslegitimación que ha alcanzado el uso de la violencia en el mundo de Batasuna.

R. Es difícil hablar de un mundo tan opaco. Parece claro que está muy debilitado. En su rama militar, gracias a determinadas medidas judiciales y, sobre todo, a la cooperación policial francoespañola. ETA está en uno de sus peores momentos. La parte política ha sufrido un debilitamiento muy importante: su presencia institucional ha sido borrada. A eso hay que añadir una dinámica interna, que venía ya desde el fin de la tregua, de la gente que se siente defraudada por la vuelta a las armas. La misma que descubrió en plena tregua que la violencia no aportaba nada para lograr sus objetivos.

P. Hay ahora una ola de convencimiento, que afecta a muchos líderes políticos, de que el final de ETA está próximo.

R. Existe la tentación de que cada defensor de las propuestas que están encima de la mesa trate de sumar, a las pretendidas bondades de su proyecto, el beneficio adicional del final de ETA. Lo dicen los nacionalistas cuando venden su plan o el PP con su proyecto de intervención exclusivamente policial-judicial. ETA puede acabar en un fenómeno de grapización, pero no creo que se pueda aventurar a corto plazo su desaparición.

P. ¿Tras la aprobación de la ley de Partidos y el Pacto Antiterroristas, estamos más cerca del final de ETA?

R. (Silencio) Hay que reconocer que las medidas concretas han producido la debilidad de su capacidad operativa, de financiación y de recluta. Pero no está tan claro que permitan acabar con ETA. Sería importante trabajar en ampliar al máximo el convencimiento en su base social de que ETA sobra. Y animarla a que se explicite públicamente de forma valiente y rotunda.

P. Términos de Gesto como acercamiento de presos o violencia de persecución son ya de uso común entre políticos. Es como si su discurso triunfara más en los despachos gubernamentales y hubieran perdido capacidad de movilización.

R. Es positivo que esos términos sean de uso común. En la movilización ciudadana es cierto que ahora tenemos una capacidad más limitada. Básicamente porque decir no a ETA, defender los derechos humanos, empezando por el de la vida, o criticar la política penitenciaria se considera insuficiente y hay que añadir la defensa de la Constitución y el Estatuto o la del plan del lehendakari. Y, ahí, Gesto lo tiene difícil. Tenemos vocación de transversalidad social. Con más puentes y consensos, nuestras movilizaciones recuperarán la fuerza anterior.

P. ¡Basta Ya! reivindica la política porque "hay cosas que no se puede dejar sólo a los políticos".

R. Que la ciudadanía no intervenga en política sólo cada cuatro años en las urnas es defendible. Pero no estoy de acuerdo en que haya que mezclar las reivindicaciones prepartidistas con las políticas. No sé en qué nos ayuda a construir un futuro para todos escenificar una y otra vez en la calle la defensa de la Constitución y el Estatuto o de su reforma.

P. Pero por mantener esta posición es por lo que les critican

y les llaman "neutrales", "ingenuos". Les vienen a decir que su tiempo ya ha pasado.

R. Hay que aceptar que pueda llegar el momento de que una organización ya no sea necesaria. Pese a las dificultades, podemos aportar un granito de arena que ahora igual no levanta pasiones. Pero no desde la ingenuidad o la neutralidad. Vamos a seguir diciendo no a ETA, denunciado la situación de los amenazados o negando validez a las propuestas que respondan identitariamente a los objetivos políticos de sólo una de las dos mitades. No parece que sean posturas de alguien que escapa de la realidad. El que intenta construir un puente entre dos orillas no es alguien que sea neutral en un conflicto.

P. ¿Todo esto se puede conseguir con el plan Ibarretxe encima de la mesa o con la amenaza de cárcel para quien convoque una consulta ilegal?

R. Nos parece claramente criticable hablar de la metáfora de "los alemanes en Mallorca" o de la reforma del Código Penal para las consultas ilegales, hecha de mala manera y hurtando el debate parlamentario. No basta decir que estás dispuesto a dialogar. Esa oferta tiene que ser creíble para la otra parte y que no se perciba como una imposición. Lo que no tiene sentido es jugar en la dinámica de lograr el 50 más uno para sustituir al Gobierno nacionalista o para que en el Parlamento se acabe aprobando la propuesta de Ibarretxe. Esa dinámica perversa está agotada y no conduce a nada.

P. ¿Igual hay que mirar más a Cataluña y menos a Quebec?

R. De todos los sitios se puede aprender. Cataluña nos enseña que con otros talantes políticos sobre el tema identitario y, claro está, sin la distorsión de la violencia, es posible actuar con cintura y capacidad de diálogo y encuentro.

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