Salgado ya no vive aquí
Desde el defensa del Madrid ningún canterano del Celta ha jugado más de 8 partidos con el primer equipo
Decenas de chavales juguetean a diario por los campos de A Madroa con la ilusión de triunfar en el Celta grapada en la mente. La realidad juega en su contra: desde que irrumpió Míchel Salgado de las entrañas de las categorías inferiores el testigo anda suelto, sin dueño, acariciado por un puñado de canteranos que han llegado a debutar con el primer equipo, sin que ninguno de ellos pudiera atraparlo con decisión. Desde su perspectiva, el fútbol es cruel con la gente de la casa: se quejan de la falta de oportunidades y de las urgencias de los resultados. No falta quien denuncie unas exigencias muy superiores a las que se imponen al producto exterior.
Los 2.000 millones de pesetas que obtuvo el Celta por el traspaso de Salgado al Real Madrid darían para financiar décadas de fútbol base, pero la inyección económica no se ha traducido en nombres propios. Antes de Salgado triunfó Otero, otro lateral que hizo carrera en la selección. Pero la producción se ha frenado en seco, y ahora los jóvenes futbolistas gallegos tienen que ganarse la vida en Inglaterra (Pablo Couñago), aguardar turno en el filial (Iago Bouzón) o esperar con impaciencia a que su nombre aparezca en la pizarra de convocados (Borja Oubiña). Los más terminan aceptando incómodas cesiones que suelen acabar en poco atractivos traspasos.
"Un chico andaluz manda fuera un córner y vuelve riendo; un gallego tarda 20 minutos en recuperarse"
Pablo Couñago se fue del Celta por pura desconfianza. Acababa de salir campeón del mundo y máximo anotador del Mundial Sub 20 de Nigeria, en 1999, con mejores registros que estrellas de la talla de Rondaldinho, y en compañía de futbolistas que hoy triunfan en sus casas como Casillas, Xavi o Gabri. Pero al Celta le llamó más la atención el delantero de una selección que había caído en la primera fase, el argentino Turdó, que nunca llegaría a cuajar en el equipo, por lo que Couñago entendió cuál sería su destino si rechazaba la oferta del Ipswich Town. Hoy es la estrella del equipo inglés.
El caso de Bouzón, de 20 años, es el paradigma de las turbulencias de la cantera. Tuvo un celebrado debut en Primera a los 16 años en Montjuïc, y poco más se supo de él hasta muy recientemente, cuando alcanzó el subcampeonato del mundo en los Emiratos Árabes con la selección sub 20. ¿Qué ocurrió entre tanto? "Que me ofrecieron una renovación por muchos años que estimé desfavorable y no quise firmar, así que me pasé un año en blanco, apartado del equipo", relata el central. El club lo niega. Pasado el año de ostracismo, Bouzón selló las paces con la directiva en forma de un nuevo contrato, pero la tregua parece llegar a su fin: "Firmé por dos años por lo que en junio quedo libre", declara el jugador. "A Bouzón le quedan tres temporadas de contrato", discrepa el secretario técnico del Celta, Félix Carnero.
Tras Salgado, la cantera amaga pero no pega, lo que ensombrece el relevo de una plantilla abundante en treintañeros. En las últimas temporadas debutaron con el primer equipo céltico los canteranos Oubiña, José Juan, Jorge Rodríguez, Nacho Franco, Jonathan... De todos ellos, sólo el primero ha conseguido un contrato para la primera plantilla, en la que sus oportunidades se cuentan con los dedos de una mano. "No basta con debutar un partido y luego desaparecer", razona el responsable de las categorías inferiores del Celta, Javier Maté, "porque no se puede pretender que un chaval se convierta en piedra angular del equipo a su tercer o cuarto partido".
Lo cierto es que 25.000 hinchas del Ipswich Town, ahora en la First División, se desgañitan cada fin de semana coreando una canción dedicada a Couñago, que la temporada pasada anotó 21 goles, mientras el Celta peina desesperadamente el mercado en busca de un goleador o recurre a un central como delantero centro. A él no le separó de Vigo ni el dinero ni la duración del contrato, sino un panorama de interminables cesiones como las que ya había padecido en el Numancia o en el Recreativo. "Salí de Vigo después de mucho tiempo deseándolo y pleno de satisfacción. Tenía claro que no contaban conmigo. Allí no tenía ninguna posibilidad", recuerda Couñago. No es el único emigrante: el ex deportivista David encontró un hueco en el Celtic de Glasgow.
La cantera del Celta recibe estos años mensajes contradictorios. Debutan más chavales, sí, pero el gallego Pablo Coira tuvo que irse al Alavés para dejar sitio al cuestionado Ángel. Por si fuera poco, el entrenador, Miguel Ángel Lotina, declara públicamente que prefiere ver de delantero centro a un central como Contreras que a cualquier jugador del Celta B.
Y no es desdeñable la campaña del filial, entre los primeros de su grupo en Segunda B. Quizás por ello su entrenador, Rafa Saez, cree que Salgado y Fran acabarán por tener continuidad en algún otro jugador. Otra cosa es que haga carrera en un equipo gallego. Su optimismo se basa en el talento que abunda en el Celta B, aunque Sáez lamenta las dificultades que ahora encuentran el Celta y el Depor para echar sus redes en Galicia.
"Ahora es habitual encontrarse en un partido de Segunda B o de Tercera en Galicia a un ojeador del Villarreal o del Numancia; no digamos del Madrid, que ficha en todo el mundo. El mercado se ha globalizado", resume Saez, quien durante seis años dirigió la selección juvenil gallega. A sus órdenes jugaron Couñago, Coira, Rubén, Borja, Trashorras, Nano o Julio Álvarez. Todos ellos, emigrantes del fútbol en la actualidad, repartidos entre equipos que van del Ipswich Town al Madrid, pasando por Atlético, Barça, Alavés o Murcia. "Antes, un buen jugador gallego acababa en el Celta o en el Deportivo, pero eso ha cambiado".
El ex portero Maté -producto de las categorías inferiores del Madrid-, no oculta el "papel testimonial" que hoy tiene la cantera, que atribuye al gran nivel del primer equipo en los últimos años. Pero Maté asume como asignatura pendiente la necesidad de "confiar más" en los jóvenes. "Es una cuestión de tradición: a un extranjero se le sigue reconociendo inadaptación al idioma, al fútbol español, a las costumbres... ¿Por qué no nos mostramos igual de comprensivos con la cantera?", se pregunta.
Félix Carnero sostiene que Galicia padece cierta "crisis de talentos", que se acentúa por las ventajas del Madrid y el Barça para "pescar" en las categorías inferiores de equipos como el Celta. Aún recuerda con desagrado lo ocurrido hace dos años con el cadete Iago Falque, arrebatado por el Barça con ofertas de trabajo para sus padres sin que el Celta pudiera evitarlo. A ello añade Maté un factor regional: el carácter de los gallegos. Trata del presunto menor arrojo que tienen, y la ilustra con un ejemplo: "Un chico andaluz manda fuera un saque de esquina y vuelve riendo; un gallego tarda veinte minutos en recuperarse".
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