Relajante en la ciudad

El Civic IMA es a primera vista un coche normal, tanto por imagen como por diseño interior. No hay nada que delate su propulsión híbrida, ni siquiera cuando se conduce, y las baterías no se ven porque van ocultas en los respaldos traseros. Sólo la instrumentación digital, que incluye un reloj con la carga de las baterías, da una pista sobre su doble mecánica.

Dos motores, gasolina y eléctrico

El nuevo Honda monta dos motores, un 1.3 de gasolina con 81 CV y otro eléctrico que suma nueve más para llegar a 90 CV. Los dos se coordinan con un cerebro electrónico para repartirse el esfuerzo. El primero mueve el coche y carga las baterías, pero se para en los semáforos y detenciones al poner el punto muerto para que el otro tome el relevo. Después vuelve a arrancar cuando se mete la primera y así reduce el consumo y las emisiones. Además ayuda cuando se exige la máxima potencia.

Con esta solución, el Civic IMA es un modelo muy agradable y apropiado para la ciudad. En la práctica se conduce como cualquier coche de su tamaño, pero con un tacto más suave y refinado: la ausencia absoluta de vibraciones y su funcionamiento silencioso reducen el estrés del conductor. Además no es perezoso al acelerar, se desenvuelve con agilidad en el tráfico urbano y resulta agradable de conducir. Aparte de tener las emisiones más bajas del mercado en ciudad, ofrece unos consumos inferiores a las versiones de gasolina equivalentes y muy similares a los mejores turbodiésel, al menos en tráfico urbano: entre siete y ocho litros. Y la ventaja aumenta en los atascos.

Perezoso para viajar

En carretera, en cambio, no es tan brillante: la potencia se queda justa y le falta fuerza en las subidas. Todo esto, unido a un cambio con las cinco marchas exageradamente largas, obliga a reducir a menudo, pero casi siempre sin grandes resultados porque tiene poco nervio. Es un motor elástico a bajo régimen y cuando se acelera a punta de gas, pero, aunque se estira hasta 6.000 vueltas, acusa su baja cilindrada y le cuesta subir de revoluciones. Y al final, salvo en trazados amplios y planos, exige cambiar más de lo debido y acaba gastando más. Por eso los consumos son muy variables: desde seis litros circulando en llano a ritmos tranquilos, hasta nueve cuando se exige el máximo rendimiento.

Por lo demás, la estabilidad está bien resuelta, con una dirección suave y precisa, y unas suspensiones bien equilibradas, confortables y silenciosas que no sacrifican el carácter. Y aparte de filtrar bien los baches, aportan un buen comportamiento en todos los trazados. El Civic IMA circula con aplomo en carreteras rápidas y autopistas, y no acusa mucho el balanceo lateral en las curvas. Los frenos y el ABS paran con rapidez y seguridad, y recuperan energía para cargar las baterías. Y sólo se echa de menos el control de estabilidad ESP: no se ofrece ni como opción.