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TIROS LIBRES
Columna
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Mucha diferencia

Ni Zamora se conquistó en una hora ni se construye un equipo en unos pocos meses. Se cruzaron en Madrid un conjunto hecho y derecho con otro en sempiterna edificación y ni el público ni las ausencias pudieron reducir las ostensibles diferencias entre ambos. Sobre todo, porque las divergencias provienen de aspectos estructurales, de cuestiones básicas que necesitan buena materia prima y también el factor tiempo.

Tanto en una cosa como en otra, el Barça se encuentra a muchos cuerpos de ventaja de su otrora gran rival. Por mucho que el Madrid se jugase la Copa y él llegase con el jugador más determinante del baloncesto europeo vestido de calle, el resultado hizo honor a la clasificación, el pasado reciente y el peso actual de cada plantilla.

Cierto es que el Madrid tiene mejor pinta que en sus anteriores versiones. Cuenta con un base solvente al que sólo le sobran los años, tiene un par de jóvenes de los que se podría esperar una interesante evolución y la indolencia de Tarlac ha dado paso al espíritu guerrero de Kambala, tan atolondrado a veces como siempre intenso, cualidad que no sobra por el Raimundo Saporta. Así como en otras temporadas se veía que el recorrido de las plantillas no llegaba más allá de junio, con ésta se atisban mayores posibilidades. Pero el camino hasta poder mirar cara a cara al Barça es largo y complicado.

No es ni mucho menos el cuadro azulgrana más vistoso que se recuerda, pero sí probablemente el que mejor se maneja en el terreno competitivo. Su capacidad para resolver partidos es inigualable. Como en la maravillosa escena de la reunión de los tiburones excarnívoros en la película Buscando a Nemo, parecen comprensivos vegetarianos hasta que huelen la sangre del contrario y se tiran a la yugular. En el papel de Bruce, nadie mejor que Navarro, al que la ausencia de Bodiroga le otorgó el papel que tiene en la selección española y se merendó a todo el que se le puso por delante. Navarro es como Ronaldo. Cuando coge la pelota, su mente sólo tiene una canasta dentro y se lanza hacia ella con una determinación que no sólo causa estragos en el marcador, sino que también siembra el pavor en el contrario, que no sabe qué hacer ante tamaña mezcla de calidad y determinación. Y, siendo el mejor, no es el único. El Barça cuenta con tal cantidad y calidad en sus recursos definitorios que resulta el peor de los adversarios cuando pendes de un hilo.

El Madrid dejó para el último día su clasificación para la Copa y el calendario le deparó el peor de los contrarios, un Barça frió como el acero y coronado por Navarro, el jugador más incendiario. Esta vez al Madrid le salvó el Caja San Fernando, pero malo es confiar demasiado en terceros.

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