Ese lote
Mi deseo para estas fechas es que las personas y los colectivos que durante el año han hecho algo por mí tengan su fuet, su foie-gras, sus aceitunas rellenas, su moscatel, sus barquillos, su turrón y su melocotón en almíbar. Es decir: su lote de Navidad. Ya que yo, como autónoma, no tengo derecho ni a una lata de espárragos, me contento con ver felices a los que sí la tienen. Me complace decirles que los trabajadores de la pornografía reciben lote. Y que los informadores del 010, también. Pero no lo reciben las empleadas del Instituto Catalán de la Mujer, que tantos momentos de humor nos han procurado durante este año. Por suerte, sí lo reciben los internos de la cárcel de Quatre Camins. Pero no los trabajadores de la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana, ni Pallassos sense Fronteres. En cambio, los actores del Club Súper 3, sí. Tampoco les cae el lote a los trabajadores del Obispado, aunque en su caso es más normal porque sus jefes propugnan que la Navidad es tiempo para reflexionar, no para consumir. Y los de la empresa Casa Tarradellas sí tienen lote, pero es uno de los pocos lotes del mundo que no contiene fuet Tarradellas.
Yo, como autónoma, no tengo derecho ni a una lata de espárragos, pero deseo que todas las personas tengan su lote de Navidad
En la sala porno Bagdad, lo primero que compruebo es que el lote del personal de la limpieza es diferente al del personal que trabaja en el escenario. Lo recibieron el sábado pasado. La propietaria del local, Juani de Lucía, es quien se encargó de elegir los productos del interior. Se presenta en una caja de cartón con su asa y sus motivos navideños. El de los actores contiene tres botellas de cava, turrón, barquillos, mazapanes y chocolate. "Como mis pupilas son chicas del Este les pongo turrón, que les encanta", susurra Juani. "Es de la marca 1.825 [el más caro del mundo]. Algunas, es la primera vez que lo prueban, y se quedan embobadas. Les pongo cosas que les puedan gustar. Hago el lote personalizado. A la mujer de la limpieza le pongo más chorizo de cantimpalo, fuet y quesos. A las chicas, no. A las chicas, productos que les puedan hacer gracia como figuritas de mazapán o chocolatito. Y no pongo ni piña en almíbar, ni melocotón, que no me hace gracia. Ni zumos. Nada de zumos de piña, que no son navideños. Yo sólo pongo cosas navideñas. Aunque claro, se dice siempre que el zumo de piña va muy bien para la calidad del esperma del hombre. Pero no lo pongo". Como ven es un lote estándar y apañado. El de los trabajadores del Club Súper 3, en cambio, va en una bolsa de deportes roja y contiene todo lo que te esperas de un lote, pero en plan de diseño. Hay aceitunas, sí, pero son arbequinas. Hay foie-gras, sí, pero de pato. Hay turrón, sí, pero de la pastelería Foix, de Sarrià. Los obreros del 010 tampoco se pueden quejar. Sólo les diré que en su lote hay un jamón.
El de los reclusos de Quatre Camins es más humilde. La caja es de cartón y tiene un asa, lo que resulta práctico para que el interno, al regresar al calor de su celda, pueda llevarlo cómodamente y enseñarlo a sus seres queridos. Como elemento decorativo cuenta con unos angelitos dorados, estampados en el cartón mediante la técnica del grabado. En el centro hay una etiqueta en la que pone: "Departamento de Justicia". En la zona frontal se ve un recuadro en el que se lee, con letras doradas, el clásico: "Felices fiestas, zorionak, bones festes, boas festas". Teniendo en cuenta el idioma de una buena parte de la población reclusa, no estaría de más que, para el año que viene, el nuevo consejero de Justicia hiciera imprimir un "Feliz Navidad y próspero Ramadán, así como feliz año nuevo chino", que sería de lo más solidario y sostenible. El lote, según me explica un amigo recluso, el escritor Andrés Rabadán, se les entrega el 19 de diciembre, pero pocos internos, por no decir ninguno, consiguen estirarlo hasta el día 25. Pero veamos los ingredientes de los que consta: un tubo de galletas de imitación Príncipe de Beckelar, que según mi informante son de peor sabor y peor calidad. Una tableta de turrón de chocolate Dulcinea (calidad extra). Una tableta de turrón de coco El Romero (calidad suprema). Una tableta de turrón blando de almendras El Paje (calidad extra). Dos bolsas (que no latas) de aceitunas La Capellanía. Unos barquillos de canela (no puedo especificarles la marca porque, desgraciadamente, ya han sido consumidos). Polvorones con sabor de limón. Un fuet. Una bolsa de 250 gramos de cacahuetes. Un alfajor (ese turrón que tiene dos lonchas de pan de hostia). Un mosto, que solía ser de la marca Greip, pero que este año es de otra marca. Y un zumo de piña PMI.
De más valorado a menos valorado, los receptores del lote sitúan el mosto en primerísimo lugar, por razones obvias. Después, le sigue el fuet, el zumo de piña y las aceitunas. Lo demás se suele intercambiar o vender. Lo más problemático son los cacahuetes. Cada año, en la cárcel, ocurre la tradicional indigestión por consumición de bolsa de 250 gramos de cacahuetes y su posterior devolución en forma líquida al suelo carcelario. Lo que me intriga es si el zumo de piña, después de lo que explica Juani de Lucía sobre sus propiedades, es un detalle de Instituciones Penitenciarias para procurar que los vis-a-vis de los reclusos, ya que son tan escasos, al menos, que cundan.
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