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Un emperador milagroso

En los años setenta, una monja brasileña, gravemente enferma de varices, se sanó de forma milagrosa al invocar en sus rezos al último emperador de Austria y rey de Hungría, Carlos I de Habsburgo. Con este argumento, ratificado por médicos y teólogos, el Vaticano acaba de anunciar para el año próximo la beatificación del monarca destronado en 1918 al concluir la I Guerra Mundial, fallecido en 1922 en el exilio en la isla de Madeira. Según la Iglesia católica, aquel personaje fue un "cristiano, esposo, padre de familia y regente ejemplar". En la ceremonia estuvieron presentes el papa Juan Pablo II, así como varios aristócratas y el primogénito de Carlos I, Otto de Habsburgo. Para el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, este gesto demuestra que también puede llegar a beato un político. El anuncio de la beatificación se considera un éxito para el obispo ultraconservador Kurt Krenn, que preside un grupo que desde 1954 aboga por la santidad del Habsburgo destronado.-

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