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ES EL MOMENTO DE... | PROPUESTAS

Bailar como los locos

Hay seis locos y una loquilla. También escopeteros, tocones (que hacen sonar una guitarra, un pandero, unos platillos y la carrasquiña, cañas que se rascan con una castañuela), un banderín (que porta el guión) y el capitán de espadas, quien, con un sable en la mano, da la orden -acompañada por una salva de los escopeteros- para que empiece y termine la danza. Se interpretan tres mudanzas: Media María, María Simple y María Doble, la más bonita y más larga. Para algunos investigadores, la loquilla representa al Niño Jesús, a quien protegen los locos, o bailaores; para otros simboliza a los santos inocentes. En ambos casos, en el fondo flota la matanza de Herodes.

Esta danza de los locos la trajeron hasta aquí los colonos que en tiempos de Carlos III (segunda mitad del XVIII) poblaron estas tierras cordobesas, dando vida y contenido a pueblos y aldeas de nueva planta, algunos de cuyos nombres recuerdan claramente su origen: La Carlota, La Luisiana... Hungría, Bohemia, Baviera, Palatinado, Alsacia, Lorena, Suiza y Saboya eran los principales lugares de origen, según explica Francisco Escobar Olivas en Fuente Carreteros: entidad de pueblo.

El domingo 28, día de los Santos Inocentes, a las 12.00, la danza se interpretará en la plaza, frente a la iglesia, para proseguir después por el resto del pueblo. Paradas significativas se llevan a cabo delante de las casas de viejos locos, de los que, como señalaba en 1994 el concejal de fiestas, Diego Ballesteros, "tenemos todo el conocimiento". Su aportación ha sido fundamental para que las gentes del siglo XXI sigan disfrutando de esta tradición. Perdida en los primeros años cincuenta, se recuperó en 1982, siguiendo las pautas de los antiguos bailaores. Los locos tocan castañuelas y llevan faldillas y blusas blancas, cintas rojas cruzándoles el pecho y la espalda, y un pañuelo de colores anudado a la parte izquierda de la cabeza, así como joyas y abalorios.

Elemento singular, que entronca esta celebración con otras del ciclo carnavalesco (ciclo que algunos investigadores hacen empezar en estas fechas), es el oso, máscara de torpes movimientos que hace una fugaz aparición en la plaza rodeado por la chiquillería.

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