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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Con el pandero cuadrado

Ya Danza en Diciembre no es lo que era, y probablemente hoy su existencia escuálida solamente se deba a los gestores del teatro Pradillo, que no han dejado perder completamente aquella iniciativa de la sala Olimpia (también hoy desaparecida) en los años noventa. Probablemente también la evolución de esta muestra anual sea la que merece la danza española contemporánea, en perenne crisis creativa. Puede hablarse de contaminaciones sucesivas, de asunción equivocada de otros vectores escénicos y hasta de impostura, por no hablar del falso y engañoso proteccionismo de los organismos públicos. Es por ello que desconcierta la presencia de un espectáculo esencialmente musical como es Mucho guriguri..., que no danzado, y que se ve como un incómodo relleno, una recurrente oferta a falta de un verdadero y serio ejercicio de programación profesional.

Proyecto Caldo de cultivo

Mucho guriguri y poco ziringuindungui: Coreografía y baile: Patricia Ruiz; guión y realización: Félix Viscarret; música: Eliseo Parra; percusión: Pablo Martín. Ciclo Danza en Diciembre. Teatro Pradillo, Madrid. 17 de diciembre.

Eliseo Parra toma de aquí y de allá esos temas vernáculos, los recicla y los ofrece, siempre con su debilidad por ese pandero cuadrado, bien templado, y que le acompaña como un sello de la casa. No se puede decir que sea en rigor un folclorista, pero su producto es amable y se deja oír, y se siente que ha estado, por ejemplo, en el carnaval de Villanueva de la Vera, de donde se oye ahora alguna entrañable tonada en su voz, pequeña pero de timbre cordial. Otra cosa es cuando pretende de esos fragmentos entronizarlos sobre la escena con algo de baile (a veces con pasos tradicionales, a veces con inventos inclasificables) como enlace o pretexto formal. El resultado es deslavazado y de relativo interés. Son pequeñas escenas sucesivas, con las pausas de un filme documental en que aparece lo mejor de la velada: Isidra Camacho Orcajo, que cuenta y canta mientras pasea por las calles de su pueblo. Es entrañable y conmovedor, y eso queda muy lejos de los artistas en vivo. También tiene su gracia el actor que sale del público e incorpora el personaje del emigrante alemán y al que no se le concede la merced de aparecer en los créditos.

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