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Reportaje:

El robot que pone multas

Un sistema de radar que envía automáticamente las sanciones por exceso de velocidad logra reducir los muertos en las carreteras de Francia

Nada de llenarlo todo de guardias: la receta francesa contra los excesos del tráfico consiste en un Gran Hermano de cámaras-espías, conectadas a un sistema informático que envía automáticamente las multas al domicilio del vehículo infractor. Los terminales fotografían sin piedad a todo el que pasa por delante con un kilómetro de más y el dueño del vehículo tiene una semana para pagar. Los primeros 33 terminales se han cobrado 50.000 multas en noviembre, el mes inaugural del nuevo sistema represivo.

En este país, donde se monta una manifestación de protesta por menos de nada, nadie se ha atrevido a emprenderla colectivamente contra la maquinita infernal. Sólo se registran ataques individuales: a las pocas horas de estrenado el primer radar -con los ministros Nicolas Sarkozy y Gilles de Robien en plan de hadas madrinas-, la maquinita recién bautizada resultó "asesinada" a golpes. Otro radar ha sido tiroteado y la prensa se divierte con noticias como la decena de multas que han recaído en los hospitales de Estrasburgo por exceso de velocidad de sus ambulancias... Pero el resultado del sistema es que los conductores se han visto obligados a levantar el pie del acelerador.

En noviembre de este año se han producido un 30% menos de muertes en accidentes de tráfico que en 2002

Unas 8.000 personas morían anualmente en las carreteras francesas (casi el doble que en España) hasta que el jefe del Estado, Jacques Chirac, decidió poner fin a la sangría. Aprovechó la fiesta nacional del 14 de julio de 2002 para declarar la lucha contra los accidentes como una causa nacional. Y empezó a notarse: de las 80.000 multas impuestas en enero por los agentes de tráfico se pasó a cerca de 150.000 en octubre. Las penas por homicidios y heridas involuntarias son ahora más graves y se quitan puntos del carné de conducir al que telefonea al volante.

Pero la estrella es el radar automático. No se trata de sorprender a los conductores con vehículos camuflados, sino de que aquéllos se sepan vigilados. Así que el mapa de los radares se encuentra en varias direcciones de Internet. No dan el punto kilométrico exacto, pero se aprende que si se va por autopista de la frontera de Irún a París hay radares en los alrededores de Biarritz, a medio camino de Bayona a Burdeos, muchos en la circunvalación de esta ciudad, otros en las cercanías de Poitiers y de Tours y varios en fase de instalación en la región de París. Por el sureste hay radares en Valence, Lyón, Marsella, Niza... y continuará.

De momento, el sistema no permite gestionar la multa automática a los vehículos de matrícula extranjera, porque no están cruzados todavía los ficheros de Tráfico de otros Estados con el francés. Pero la prueba de la infracción se puede gestionar por procedimientos convencionales, lógicamente más lentos.

Hay protestas de personas que alegan no haber pasado nunca por donde han sido multadas: el Gobierno promete un número telefónico de reclamaciones y sigue poniendo radares. A las quejas, el Gobierno contesta con resultados: un 30% menos de muertos en noviembre de 2003 en relación con el mismo mes del año anterior. El ocupadísimo ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, hace un sitio en su agenda a las asociaciones de "lucha contra la violencia en carretera" para comunicarles lo bien que van las cosas y ellos mismos se encargan de informar, muy impresionados: "Esto es un éxito extraordinario, 1.600 o 1.700 vidas ahorradas en un año, más que todas las muertes debidas a homicidios voluntarios en este país", dice uno; "hay decenas de miles de heridos menos", añade otro portavoz.

Animados por el éxito, a principios de año se instalarán cámaras-radar en los autobuses de París a fin de pescar a los invasores de los carriles bus. Otros radares fijos controlarán incluso las distancias de seguridad.

El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, delante de una señal que advierte del sistema de radar.
El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, delante de una señal que advierte del sistema de radar.AFP

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