El barco de Botín
Nueva Zelanda, país de grandes constructores navales, ficha a un hijo del vicepresidente del Grupo Santander para diseñar su embarcación aspirante
Aquí no, pero en Nueva Zelanda, el viernes, un español ocupaba un espacio en los principales periódicos. La noticia era difundida fríamente por las agencias: "Marcelino Botín, diseñador-director del barco del Team New Zealand". Así, escuetamente, no era para tirar cohetes. Sin embargo, se podría haber llegado a la siguiente conclusión: un español ha sido contratado para diseñar un barco en el país con más barcos per cápita del mundo, con los mejores diseñadores, con los mejores navegantes... Si se quiere, incluso hay detalles de salsa rosa: es hijo de Jaime Botín, vicepresidente del Grupo Santander.
A la entrada del taller no hay un cartel que diga Se hacen barcos a medida, pero es precisamente lo que hace el estudio Botín & Carkeek Yacht Design. En realidad, es una oficina con más ordenadores que empleados, sobre la bahía de Santander, en un montículo que es prácticamente propiedad de la familia Botín: La casa patriarcal, el Gran Hotel y, más discretamente, el estudio de arquitectura naval.
"Cuando se decida que haya un velero español, será difícil contratar a gente con experiencia"
Nacido hace 41 años en Santander, Marcelino Botín se licenció en 1994 en arquitectura naval en el Southampton Institute. Durante la carrera conoció a Carkeek, natural de Pretoria (Suráfrica), con quien en 1995 estableció en la capital cántabra su estudio de diseño de barcos deportivos. En sólo ocho años y con apenas ocho veleros diseñados, la fama profesional de la pareja ha dado la vuelta al mundo tras arrasar en Europa en regatas de la clase IMS. Su bautismo fue con el Zuritel, de 33 pies de eslora. Y luego, el Zurich, el Banco Espirito Santo, el Caixa Galicia y el Italtel, de 52 pies, campeones de casi todo. "Son específicos", explica Botín; "muy estrechos, muy planos en la proa y en la popa y tienden a botar cara al viento", características comunes a los que disputan la Copa del América.
Nueva Zelanda es un país con 12,3 ovejas por persona y 8,3 personas por barco. Según los estadísticos, ambas cifras son récords. A su capital, Auckland, se le llama "la ciudad de las velas". Los niños no hacen castillos en la arena, sino barquitos en el jardín. Allí construyó Bruce Farr, mítico diseñador naval, su primera embarcación, el típico barco infantil de dos metros de eslora y 60 kilos. La afición a la vela empieza por construirse uno su propio barquito de la clase P, incluso más pequeño que los iniciáticos optimist españoles. Así que, por muy bueno que se sea, es innegable que al Team New Zealand no le falta arrojo. En la tierra de los diseñadores navales eligen a uno español y, además, sin experiencia en la Copa del América. Marcelino Botín se enfrentará al diseño del barco más grande de su carrera: unos 72 pies de eslora frente a los 56 a los que estaba acostumbrado.
Hecha la salvedad de que algunos ya están contratados por otros participantes, como el mítico Farr con el Oracle, el mejor para justificar su fichaje es el coordinador del Team New Zealand, Andy Claughton: "Botín ha producido algunos de los grandes diseños ims", explicó a la prensa local; "estábamos buscando a alguien que trajera un punto de vista diferente. Los barcos que diseña van en la dirección del Alinghi".
A su vez, el director del Team New Zealand, Grant Dalton, desmintió el fichaje de un español por el hecho de que la regata vaya a ser en España: "Sólo es una feliz coincidencia. Botín es un diseñador puntero en Europa. Ya estaba en Auckland con nuestro equipo tres días antes de la designación de Valencia como sede". Aun así, es un motivo más para avalarle, ya que casi toda su experiencia se ha hecho en aguas mediterráneas.
"Nosotros sólo nos dedicamos al diseño", dice Botín; "toda la labor de pruebas en canales de agua o de fabricación, como estructuras, las subcontratamos". Tampoco el secreto de su estudio son las subcontratas, sino la exhaustiva investigación informática antes de la fabricación del barco. Fueron los primeros en contratar el programa Splash, aparte de los clásicos de simulación de movimiento de fluidos y de predicción de velocidades. Pero Botín les quita importancia: "Los programas están ahí. Todos los compran y utilizan. Lo importante son los datos que se les mete dentro". Con los resultados que dan se empiezan a fabricar maquetas que se prueban en los túneles de agua y viento para comprobar la teoría con la práctica. Así, una y otra vez, con una maqueta cada vez más grande, hasta dar con el barco perfecto. La pega es que todos creen lo mismo hasta el primer día de la regata.
Botín justifica a los diseñadores fracasados en la defensa de la Copa frente al Alinghi: "Sé que me han fichado por las roturas que tuvo el New Zealand, pero, en las regatas en que no se rompió, su velocidad fue pareja a la del velero suizo". El gran fallo, tras cuatro años de preparación, es que el New Zealand, en el momento de la verdad, se rompió en dos de las cinco regatas finales: "Era un barco al límite. Tenían tanto miedo a que se rompiera que no se probó en condiciones extremas. Fue un círculo vicioso fatal".
En el saber de Botín confía Nueva Zelanda para que la Copa del América regrese en 2007. Los hijos de Botín comenzarán el próximo curso escolar en ese país. Allí se moverá toda la familia para que el padre diseñe el mejor velero. "Me habría gustado participar con el equipo español, si lo hay", concluye Botín; "pero los aspirantes al triunfo ya tienen fichado lo mejor. Yo tuve el primer contacto en marzo. Cuando se decida que haya un barco español, habrá dificultades para contratar a la gente que tiene experiencia en la Copa".
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