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Crónica:FÚTBOL | Internacional
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Boca vuelve a la cima

El equipo de Carlos Bianchi derrota al Milan por penaltis y logra contra pronóstico la Copa Intercontinental

¿Se siente el temblor? El Boca acaba de vencer al Milan y el último grito, sometido a la presión de los 90 minutos, la prórroga y los penaltis, partió la tierra en pedazos al sur de Buenos Aires para dar paso a un magma volcánico que llega desde el otro extremo del mundo y desborda el estadio de La Bombonera. Se mueven las paredes, el piso... Un río caliente de bocinas y voces se dirige al obelisco del centro de la ciudad. "¿Se escucha, River?". "Vamos, Boca; vamos./ Vamos a traer a la Argentina/ la Copa que perdieron las gallinas,/ las gallinas".

La mayoría del país canta y baila sobre el cuerpo inmóvil de los hinchas del River, que apostaron el año al Milan y salieron a comprar sus camisetas para hacer saber qué triunfo esperaban. Los analistas coincidían: 4-1 a favor del equipo italiano en las casas de apuestas. El Boca iba por la que aquí se llama triple corona tras obtener la Liga (Torneo de Apertura) y la Copa Libertadores de América.

MILAN 1 - BOCA JUNIORS 1

Milan: Dida; Cafú, Maldini, Costacurta, Pancaro; Seedorf, Gattuso (Ambrosini, m. 104), Pirlo; Kaká (Rui Costa, m. 77); Tomasson (Inzaghi, m. 59) y Shevtchenko.

Boca Juniors: Abbondanzieri; Perea, Schiavi, Burdisso, Clemente Rodríguez; Donnet, Cascini, Battaglia, Cagna; Guillermo Barros Schelotto (Tévez, m. 72) e Iarley.

Goles: 1-0. M. 23. Tomasson, entre las piernas de Abbondanzieri.

1-1. M. 28. Donnet, con la izquierda.

Árbitro: Valentín Ivanov (Rusia). Amonestó a Kaká, Cafú y Perea.

71.000 espectadores en el estadio internacional de Yokohama. Concluido el partido y la prórroga con empate, la Copa Intercontinental se resolvió por penaltis: Pirlo: parado (0-0); Schiavi: gol (0-1); Rui Costa: gol (1-1); Battaglia: parado (1-1); Seedorf: fuera (1-1); Donnet: gol (1-2); Costacurta: parado (1-2), y Cascini: gol (1-3).

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¿Pero cómo se juega frente al espejo? El Milán intentó imponer sus condiciones, pero se enfrentaba a su clon, un equipo duro, experimentado, profesional, táctico y eficaz que le disputaba el balón en todos los terrenos y le respondía con salidas sorpresivas de laterales y centrocampistas. El partido fue como podía esperarse. Todo dependía de un fallo, de la jugada genial, de un toque de inspiración o de un truco ensayado por el entrenador.

Cuando el Boca cometió su primer error, una pelota perdida en campo rival, el pase preciso de Pirlo, clavado como un puñal curvo, de derecha a izquierda, se convirtió en gol por el toque de Tomasson. Cinco minutos más tarde, cuando Maldini y Costacurta se desajustaron y separaron por única vez, Iarley rozó un centro de Guillermo Barros Schelotto, Dida no logró desviarlo y Donnet marcó a puerta vacía.

Los talentos que desequilibran por sí mismos no tuvieron tiempo ni espacio para pensar. Kaká remató al poste en su única oportunidad. Todo estaba bajo control. Nadie se distraía. El Boca era más peligroso a balón parado. Schiavi ganaba en los centros pasados y Bianchi había ensayado variantes para sorprender al Milan. Ésa era otra clave. Entre dos cuadros tan aplicados, investigados y estudiados sólo cabía el diseño de algo imprevisto.

El Boca fue ganando en confianza y seguridad mientras el Milan comenzaba a cansarse, a protestar, a sufrir porque se sentía el mejor, pero no podía demostrarlo. El esfuerzo era inútil. Entraron Inzaghi, Rui Costa y Ambrosini. Nada cambió. El Boca sólo hizo el relevo anunciado: Tévez, que llevaba 45 días sin jugar por una lesión, suplió a Barros Schelotto, tocado. De no ser así, habría relevado a Iarley.

El Pato Abbondanzieri comenzó a decidir el resultado cuando se jugó el cuerpo para tapar a Shevchenko en su único remate. Terminaba mejor el Boca, pero sin resto para la embestida final. La luz de una justicia fugaz destelló al fin en el filo acerado de los penaltis. Abbondanzieri detuvo los de Pirlo y Costacurta, que, a sus 37 años, se asustó y pateó mal. Sólo Rui Costa convirtió para el Milan. Seedorf, otro fuego artificial que deslumbra y se apaga, remató por arriba del larguero. Dida detuvo el tiro de Battaglia, que se despedía del Boca para incorporarse al Villarreal. Los demás, Schiavi, Donett y Cascini, acertaron. El Boca venció. El salto de sus jugadores provocó un terremoto de alegría en el otro extremo de la tierra. Carlos Bianchi había ganado una vez más la Copa que ya había conquistado con el Vélez Sarsfield, precisamente frente al Milan, y con el Boca, cuando venció por 2-1 al Madrid. Le dedicó el triunfo a su mujer y sus hijos.Luego, miró al cielo y dio las gracias. Tal vez había llamado al teléfono de Dios antes de los penaltis.

Schiavi frena de modo expeditivo a Kaká.
Schiavi frena de modo expeditivo a Kaká.REUTERS

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