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DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Columna
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La desenvoltura meliflua

La jeta de Arzalluz es otra cosa, pero los autodenominados populares lo van a tener crudo para demonizar así como así a dos tipos de aspecto tan angelical y divertido como Pasqual Maragall y Carod Rovira

Emanaciones

Parece que el organismo correspondiente de la Unión Europea va a imponer al gobierno español una sanción de muchos millones de euros por sobrepasar en un 35 % el límite de emanaciones tóxicas previsto por el Protocolo de Kioto. Así que no sólo es que nos atufan más de lo que la manga ancha de los acuerdos firmados permite, sino que encima tendremos que pagar también entre todos la multa pendiente por envenenarnos más de la cuenta. Ya sabíamos que la desregulación del mercado sirve para regular la distribución de la miseria y para que ejecutivos de cuarenta años perciban por la jubilación anticipada unos cien millones de euros. Pero que nos envenenen de esta manera, que los multen por ello, y que encima paguemos la multa de nuestros bolsillos, es algo que parece muy próximo a la sumisión indeseada.

Zaplana, portavoz

Con la desenvoltura entre amenazante y ventajista que le caracteriza, Eduardo Zaplana está que se sale en sus funciones como portavoz. Según él, la perspectiva de un gobierno tripartito en Cataluña "incorpora elementos de intranquilidad, desde el punto de vista de que se van a atribuir competencias importantes a un partido que defiende lo que defiende, porque lo ha dicho·. Uno diría que lo que resulta poco tranquilizador es que el ministro portavoz se resista a la voluntad ciudadana surgida de las urnas y niegue toda relevancia operativa a los resultados obtenidos por Esquerra Republicana. Por no añadir que al ciudadano le produce todo excepto sosiego la opinión de un político que abandonó la presidencia de esta Comunidad dejando a sus espaldas la mayor deuda jamás alcanzada por la institución. Con la boquita cerrada está mucho más bonito.

Metáforas desafortunadas

Hace unos días va y sale Joan Ignasi Pla en Canal 9 y también dice estar inquieto ante los pactos poselectorales en Cataluña, aunque en un sentido distinto al del portavoz del Gobierno. Y lo que dice es que espera de Francisco Camps y de su gobierno que no levante un muro en Vinaròs ante la más que posible formación de un gobierno tripartito de izquierda en Cataluña, algo con lo que estaríamos todos de acuerdo si el líder de los socialistas valencianos se hubiera ahorrado la coletilla inoportuna de comparar esa supuesta predisposición con el muro verdadero que Ariel Sharon ha alzado entre israelíes y palestinos. Cualquier metáfora, incluídas las políticas, debe sustentarse sobre la homología de los pies que la sostienen, porque es la exactitud en la proporción lo que las valida. El resto es la exasperación desafortunada ante una expectativa más bien desalentadora.

Sueños de seductor

Que se sepa, ninguna de esas asociaciones feministas que claman contra el uso del cuerpo de la mujer en la publicidad de los productos más diversos ha presentado jamás una queja o una denuncia contra un canzonetista como Luis Eduardo Aute, del que basta escuchar en la radio algunas de sus letras de antología para persuadirse de su talante depredador. El chico, ya casi anciano, va de progresista erótico, ya que el uso del cuerpo de la mujer sería una de las cosas más liberadoras de este mundo, y ni siquiera repara en la desfachatez de unas letrillas que parecen las de un sargento chusquero impartiendo órdenes estrafalarias a las chicas del batallón. No te desnudes todavía, que para eso está el artista. Vale. Una sobrina adolescente, gran admiradora del compromiso cívico de este artesano poliédrico, se quedó de piedra cuando comprobó que se las tenía simplemente con un ligón profesional en horas bajas. Todavía no se ha repuesto de una liberación que tuvo la hombría de rechazar. Al alba, alba.

Otra vez será

No hay duda de que Gonzalo Rojas, un chileno que convierte la poesía en un arma cargada de ironía, se merece el Premio Cervantes. No más que Juan Marsé (uno de los novelistas mayores de posguerra en nuestro país, junto a Juan Benet y Eduardo Mendoza) quien debería tenerlo desde hace muchos años. Desde la sthendaliana (ésa, de verdad) Últimas tardes con Teresa hasta Rabos de lagartija, la narrativa de Marsé no ha hecho sino crecer geométricamente en intensidad, en una de esa raras trayectorias que hacen de la última de sus obras algo más valioso que la anterior. No es suerte lo que ha tenido este gran autor con los premios que se otorgan más o menos desde Madrid, quizás por razones ajenas a los méritos literarios. A Marsé le dará igual, pues que ha crecido en el escepticismo militante. Pero no es de justicia poética privar de ese premio al más cervantino de los narradores de expresión castellana, aunque sea catalán porque vive y trabaja (y de qué manera) en Barcelona.

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