Un disco en directo rescata el sabor legendario del Festival del Desierto

Es el festival musical más exclusivo del mundo. Y no se trata de que los organizadores busquen un público elitista, sino de que se celebra al sur del Sáhara, lejos de los destinos turísticos convencionales. El Festival del Desierto es la versión moderna de las ancestrales reuniones de los tuaregs, donde se concertaban matrimonios, se hacían carreras de camellos y se intercambiaba información. Ahora un disco refleja el sabor único de esa cita.

Esas fiestas, denominadas Takoubelt y Temakannit, quedaron interrumpidas en las últimas décadas por culpa de unas sequías devastadoras. La poco eficaz respuesta humanitaria de las autoridades de Malí desencadenó una rebelión de los tuaregs (ellos prefieren denominarse tamashek) y una cruel guerra civil; ahora, con patrocinio de instituciones y empresas europeas, el festival busca afianzar la concordia entre las poblaciones nómadas y sedentarias y reivindicar la diversidad cultural de aquellas regiones del África occidental.

A pesar de que algunos preferirían que se mantuviera como un evento local, alegando que la llegada de visitantes desestabiliza hábitos ancestrales, el Festival del Desierto ha comenzado a universalizarse este año: hubo abundante presencia mediática y equipos profesionales de grabación.

El disco resultante está siendo aclamado en los ambientes de la world music. Así, el radiofonista británico Charlie Gillett, que se declara "generalmente refractario a los discos en directo", asegura que se puede comparar con tales pináculos como James Brown live at the Apollo o Bob Dylan live 1966: Royal Albert Hall concert. Para Gillett, la grabación capta la misteriosa acústica del desierto y, sobre todo, la apasionada reacción del público: "Son como los aficionados del flamenco, dan palmadas perfectamente rítmicas y gritan cuando hay que gritar".

Veinte canciones

Le Festival au Désert, que distribuye en España la importadora Resistencia, contiene 20 canciones de otros tantos artistas. Junto a malineses bien conocidos internacionalmente como Alí Farka Touré o Oumou Sangaré, el festival presentó a artistas emergentes procedentes de Malí, Mauritania y Níger. La maravillada delegación musical europea estuvo integrada por el grupo francés Lo'Jo (que aporta la infraestructura para los conciertos desde sus inicios), el pianista italiano Ludovico Einaudi, el rapero galo Kwal y el cantante británico Robert Plant. También se contó con una representación de los desiertos de Arizona, encarnada en Blackfire, un grupo familiar de indios navajos.

Robert Plant llegó a Malí empujado por Justin Adams, un músico que grabó allí su Desert road. Para el ex miembro de Led Zeppelin, acudir a Le Festival au Désert tuvo algo de regeneración espiritual: "Me pidieron que cantara con Tartit y Tinariwen, según tengo entendido los mejores grupos de música tuareg, pero me pareció una intrusión. Lo que he encontrado en Malí es el mismo pellizco del blues arcaico, ese momento de verdad universal en que una nota puede hacerte llorar. Así que toqué canciones mías, pero intercalando blues de John Lee Hooker o Robert Johnson. ¡Y la gente del desierto lo entendió!".

[Aunque todavía no ha cerrado su cartel, la cuarta edición del Festival del Desierto se desarrollará entre el 9 y el 11 de enero de 2004. El festival, que fue itinerante en sus inicios, se celebra en Essakane, localidad de Malí. Más detalles, en www.festival-au-desert.org].