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Reportaje:

El porqué de los osos sin cola

Dos millares de personas participan en el primer Maratón de Cuentos Interculturales organizado en Almería

Personajes para todos los gustos y colores fueron tamizados ayer por la imaginación de las más de 2.000 personas que escucharon 200 relatos, de 45 nacionalidades, durante las 12 horas que duró el primer Maratón de Cuentos Interculturales, celebrado en el Auditorio Maestro Padilla de Almería.

"Un zorro tenía mucha hambre y encontró un carro cargado de pescado. El zorro lo fue vaciando por el camino sin que el carretero se diese cuenta . Cuando consideró que tenía suficiente para comer mucho y bien se apeó. Mientras comía su pescado apareció un oso que, hambriento, le preguntó al zorro cómo había conseguido tanto pescado. El zorro, mintiéndole, le contó que había sumergido su cola en el frío río y había estado moviéndola durante toda la noche y sacando peces del agua. El oso sin dudarlo se dispuso a poner en práctica el método del zorro y pasó largas horas con la cola en el agua hasta que ésta se congeló. En su afán por sacarla del agua, la cola se separó del cuerpo del oso y esa es la explicación del porqué ningún oso tiene cola". Éste es el relato de la malagueña Lourdes y la rusa Sasha, basado en un cuento croata.

La tortuguita Mangue y la mona Ondó, de la fundadora del programa de Cuentacuentos en Almería, Rosa Abeme Otong, de Guinea Ecuatorial, enseñó la importancia de la amistad, la sinceridad y el desinterés.

El relato popular ucraniano que contó Svetlana Nochkoskaya fue El panecillo redondo, un trozo de comida que escapa rodando de los que quieren comérselo: los viejecitos, la liebre, el lobo y el oso. Finalmente, perdido por la vanidad, acaba siendo comido por la zorra.

El cuento rumano La bolsa con tres parrales lo recitó María Avasilcai, trata del castigo por la avaricia. El nabo, de la literatura popular rusa, lo expuso Marina Guerassimova para demostrar que en equipo se trabaja mejor y se consigue más. El relato presenta a varios personajes que tiran juntos de las hojas de un nabo para poder sacarlo de la tierra.

Abuelitas, abuelitos, animales pequeños y grandes, astutos o lentos, niños malos, niños buenos... formaron parte de los relatos expuestos y que provocaron sonrisas o llamaron a la reflexión.

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Más de cuarenta culturas se unieron en torno al calor de estos cuentos. Todos los relatos llamaron a la paz, a la armonía, a la amistad, al amor y al respeto.

Entre los cuentacuentos, la misma diversidad. Hubo narradores de colectivos de inmigrantes de la provincia, de asociaciones de vecinos, de colegios, de parques de bomberos y de policías, maestros. Ninguno repitió ni una sola de las 200 historias con moraleja que sirvieron para acercar un poco más las formas de pensar y de sentir de croatas, rusos, colombianos, senegaleses, marroquíes o españoles.

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