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Reportaje:

Vuelta a los orígenes

El Sporting aspira de nuevo a la Primera División con la cantera como principal base

Sólo se han disputado 15 de 42 jornadas, pero la Asturias sportinguista se siente por fin, casi seis años después, un poco de Primera. El Sporting consumó matemáticamente el 22 de marzo de 1998 su descenso más vergonzoso a Segunda: dos victorias y 13 puntos. Y la imparable cuesta abajo continuó hasta el extremo de que ha tardado cinco temporadas y media, 225 partidos, en situarse en un puesto de ascenso. Lo ha logrado el domingo, devolviendo a El Molinón el aura de los tiempos dorados, al ganar al líder, el Numancia, pese a actuar con un jugador menos desde el minuto 3 por la expulsión de Cristian Díaz. Y todo, gracias a la recuperación de la fórmula que le permitió codearse con los grandes: cantera, buen fútbol y espíritu de lucha.

La situación, por novedosa, es propicia para la ironía entre los propios jugadores del Sporting. "Cenaremos con el teletexto para vernos los terceros", declaraba el capitán, Samuel, uno de los canteranos que está ayudando al resurgimiento. El éxito está sorprendiendo a los propios directivos del club, que, por primera vez desde el descenso, habían borrado la Primera División como objetivo del curso. Una prudencia ya difìcil de mantener a la vista del juego y de los resultados. No obstante, el entrenador, Marcelino García, también de la casa, avisa: "Estos 25 puntos significan que estamos a mitad de nuestro camino, de los 50 que aseguran la permanencia".

Ahora casi nadie quiere creerle, pero el nombramiento de García fue el termómetro que reflejaba el delicado estado de salud del Sporting el pasado verano. Antonio Maceda, peleado con todos los estamentos pese a sacar al cuadro de una situación delicada al comienzo de la pasada campaña, rescindió el año de contrato que le quedaba. El director deportivo, Eloy Olaya, exploró el mercado y, ante la cruda realidad, promocionó a García, recibido a cañonazos. Cierta prensa y muchos aficionados recordaron su escaso bagaje, marcado por el descenso del filial a Tercera y el fracaso de no reintegrarlo a Segunda B.

García oyó de todo, pero se puso a trabajar con una plantilla descapitalizada deportivamente por el traspaso de Villa y con negras perspectivas económicas por la falta de liquidez. Así, tiró de la cantera y de jugadores que llegaban con coste cero: Dorado (Rayo), Álvaro (Compostela) y los cedidos Bilic (Zaragoza) y Yago (Celta). El Sporting perdió los dos primeros encuentros y sólo marcó un gol, lo que parecía confirmar los peores presagios. Pero no se renunciaba a jugar al fútbol. García, siempre respaldado desde el club, aguantó, fue corrigiendo algunos desajustes y, poco a poco, vio la luz.

Ahora el Sporting es un bloque muy fuerte defensivamente -no ha recibido un gol en los cuatro últimos partidos en su campo- y compensa con su funcionamiento colectivo la falta de un goleador nato. Los tantos que antes acaparaba Villa se han repartido. Y el domingo ni siquiera se notaron las bajas de Yago y Dani Borreguero, titulares fijos. Además, sin renunciar a una apuesta poco habitual en Segunda, ya que García mantiene a sus dos delanteros incluso cuando una expulsión, por ejemplo, aconsejaría una respuesta más conservadora.

En junio de 2001, con el descenso del Oviedo, se cerró la edad de oro del fútbol asturiano, que se remontaba a 1977 y que alcanzó su cima en la temporada 1990-91 con la clasificación conjunta del Oviedo y el Sporting para participar en la Copa de la UEFA. Pero el desplome del Oviedo ha sido espectacular, con la pérdida de tres categorías en tres años, la última por impago a los jugadores. Ahora el Oviedo pena en Tercera, pendiente del éxito de una suspensión de pagos y observando de reojo el renacimiento de su eterno rival. El Sporting, en efecto, da de nuevo brillo a la Asturias futbolística.

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