El Betis destroza a la Real
El equipo donostiarra rinde su impotencia al arte de la delantera verdiblanca
Un día antes de jugar el partido, la Real anunció la renovación de Denoueix. Acallaba rumores que anunciaban el abandono del fútbol del técnico francés y ofrecían estabilidad. De Sevilla llegaban rumores de que Víctor Fernández apuraba sus días de gracia. Al final, ganó el más presionado aunque más que un duelo de banquillos, el partido estuvo en el campo.
Si la cara es el espejo del alma, Kovacevic es la cara de la Real. El delantero montenegrino ejemplifica la impotencia y el sacrificio de la Real: siendo un habitante del área, ahora reside en los costados por falta de suministro; siendo un asiduo del gol, ahora ha encontrado el marcaje perfecto, los asistentes del árbitro, que uno a uno anulan sus goles legales. Ayer, añadió uno más a su cartuchera de fogueo cuando, a pase de Karpin, recibió un metro por detrás de Rivas, que boqueaba en el área, y cruzó junto al poste. El asistente dijo no, no se sabe la causa.
REAL SOCIEDAD 0 - BETIS 4
Real Sociedad: Westerveld; López Rekarte, Kvarme, Schürrer, Aranzabal; Karpin (De Paula, m. 62), Xabi Alonso (Alkiza, m. 62), Aranburu, Gabilondo; Nihat (Boris, m. 72) y Kovacevic.
Betis: Contreras; Juanito, Rivas (Varela, m. 67), Lembo, Mingo; Ito, Arzu (Cañas, m. 81); Joaquín, Capi, Isamel; y Dani (Tote, m. 60).
Goles: 0-1. M. 4. Capi cabecea un centro de Ismael. 0-2. M. 15. Jugada de Joaquín que bate a Westerveld de un zurdazo. 0-3. Autopase de Capi en el área, su disparo golpea en Capi, rechaza Westerveld y remacha Juanito . 0-4. M. 58. Balón de Ismael a Joaquín que sortea al portero con la puntera y marca a puerta vacía.
Árbitro: González Vázquez. Expulso a Aranburu (m. 68) por doble amonestación. Mostró tarjetas amarillas a Lembo, Ismael, Aranburu, Kovacevicy Alkiza.
Unos 28.000 espectadores en Anoeta.
Denoueix, renovado, pasó su peor día; Víctor Fernández, cuestionado, disfrutó su mejor partido
Ni se sabe por qué la Real está tan espesa, tan obcecada en transitar por el carril de enmedio, como si Karpin y Gabilondo, tuvieran alergia a la cal o multa porque se les manchen las botas. El Betis era lo contrario, un equipo rutinario, sacrificado, de esos que reducen el campo a los escasos metros de la franja central, pero listo Y tenía algo claro: lo que fuera ocurriría por las bandas. Sin apenas sudar, lo demostró Isamel con un centro medido que cabeceó con arte Capi y, ya sudado, lo ratificó unos minutos después Joaquín en un pequeño eslalon que concluyó con un zurdazo al que Westerveld no supo echarle el cuerpo.
En un cuarto de hora, haciendo lo justo, con el mono verde de trabajo bien enfundado, el Betis había estoqueado el partido en las dos únicas ocasiones que había mirado a la portería. Lo demás era trabajo y estrategia. Tanta que Dani, el presunto delantero centro, se limtaba a abrir huecos sin catar el balón. Claro que cuando lo hizo le tocó la lotería, el disparo de Capi le dió en el cuerpo, en fuera de juego, y llegó a los pies de Juanito que marcó el tercer gol en los albores de la segunda mitad.
La Real no sabe lo que quiere. Sus tribulaciones se exageran, naturalmente, cuando cada avance del contrario se transforma en gol. Antes de empezar tenía dudas, a los cuatro minutos nervios, después ansiedad. Nadie coge el timón del equipo. Xabi Alonso, la referencia, vive a oscuras (sea quien sea cu compañero de fatigas) y el resto le pone tanto corazón que descuida la cabeza.
Por su falta de sensatez, el Betis le hizo un estropicio. Le bastó al equipo sevillano aprovechar la habilidad de Joaquín, la inteligencia de Ismael y la intuición de Capi para ir sembrando de goles la portería de la Real. Llegar y marcar es una buena consigna: produce beneficios y ahorra esfuerzos y de paso se da sensación de buen equipo. Lo fue ayer el Betis, bien organizado, laborioso, muy estricto en el juego y con las dosis suficientes de fantasía para ganar el partido con una rotundidad inesperada.
La Real se desinfla peligrosamente. El primer gol del Betis, a los cuatro minutos, le robó las pocas ideas que le quedan. Por su cabeza revolotean los fantasmas de hace dos temporadas cuando se dió un par de requiebros con el descenso. Curioso. Casi campeón de Liga la pasada campaña, casi en octavos de final de la Champions, en la presente, y, sin embargo, pesa más el fantasma del miedo que la imagen del éxito.
Tanto que el partido fue larguísimo. Muerto por el Betis a las primeras de cambio, cada minuto fue una hora, sólo alimentada por los goles andaluces y por la sensación que se apoderó de Anoeta de que podían llegar más, muchos más. Sobre todo, a raíz de la expulsión de Aranburu, que se ganó dos amarillas en apenas cinco minutos. Con diez jugadores y cuatro goles en contra, nada se le puede pedir a un equipo que no haya sido capaz de hacer antes. Hasta el Betis se apiadó del rival y decidió olvidarse de Westerveld, tontear con el balón, aguantar los minutos y perdonar de mayores puyazos.
Víctor respira y Denoueix suda. El Betis se enganchó ayer al arte que se le presupone a Víctor Fernández, no exento de trabajo, y a la Real no se le adivinan soluciones. Hace tiempo que Denoueix prescindió de las rotaciones en busca de la estabilidad perdida de la pasada temporada. Ni por esas. El Betis le ganó, le goleó y le aburrió. Le ninguneó. Le echó del campo y del partido. Le mandó al diván directamente, a cuatro días de la Liga de Campeones, en la que no puede perder. Las señales son preocupantes.
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