"La droga es el peor enemigo de la prisión"
Manuel Miguel Ocaña Gámez prepara su despedida en la cárcel de máxima seguridad de El Acebuche (Almería). Este juez, defensor del acercamiento de la justicia a la opinión pública, hace una crítica incisiva al funcionamiento de la Administración. Durante sus dos años en la prisión ha recibido a todos los internos y familiares que lo han solicitado.
Pregunta. ¿Qué se lleva de estos dos años en la prisión?
Respuesta. Por un lado, el conocimiento absoluto y manifiesto de los presos, de sus circunstancias personales o, al menos, de la gran mayoría de ellos. Como cosa negativa me llevo lo difícil que es cambiar las tendencias de la Administración.
P. ¿Le ha servido a los presos su presencia para algo?
"Mi mediación ha garantizado que se respeten los derechos de los internos"
"Es deleznable que los parientes de los inmigrantes no puedan visitarlos sin visado"
R. Ya lo creo que sí. Mi mediación ha garantizado que se respeten los derechos fundamentales de los internos en muchas situaciones.
P. ¿Y ellos lo saben?
R. Evidentemente. El juzgado de Vigilancia Penitenciaria tiene tres funciones claves. La primera es el control de la ejecución de las penas y la concesión de determinados beneficios; la segunda es el control de la Administración penitenciaria y la potestad disciplinaria de la Administración respecto a los internos, y la tercera es la tutela de los derechos de los internos.
P. ¿Cuál es el mayor lastre dentro de El Acebuche?
R. La droga. Ése es el principal enemigo de la prisión. No sólo desde el punto de vista de la inserción de los internos que cometen delitos por su dependencia, sino también desde el punto de vista de la vida en la cárcel: provoca tensiones y enfrentamientos.
P. ¿En El Acebuche se consume droga habitualmente?
R. Sí.
P. ¿Y cómo entra la droga a una prisión de alta seguridad?
R. Existen vías de acceso no corregidas. La principal son los familiares, que utilizan la comunicación con los internos para pasar droga. Los internos aprovechan sus propios permisos para traer droga.
P. ¿Cómo es posible?
R. El preso puede introducir la droga entre sus pertenencias o dentro del organismo. Y también porque los sistemas que se deben aplicar a veces fallan. Los familiares la introducen en las comunicaciones y también en los vis a vis íntimos en los que los internos tienen relaciones con sus parejas.
P. ¿No se puede evitar?
R. Debería existir un control más exhaustivo a los familiares pero en ocasiones no se da por falta de medios. Por otro lado, aun aplicándolo, genera un problema jurídico: se necesita una autorización expresa del juzgado de vigilancia para desnudar a una persona. No se lleva a cabo para proteger el derecho a la integridad física de los familiares.
P. ¿Qué tipo de droga es la que entra?
R. Se pasa fundamentalmente hachís. Después, en menor medida, cocaína y psicofármacos, que suelen mezclar con la metadona que reciben los adictos a la heroína. La mezcla puede tener efectos nefastos para la salud. En los dos años que llevo ha habido tres muertes por sobredosis en El Acebuche.
P. ¿Cómo está la seguridad de la cárcel?
R. El Acebuche se hizo a mediados de los años ochenta como prisión de máxima seguridad. El problema es que como consecuencia de recortes presupuestarios, quedaron algunas infraestructuras sin culminar.
P. Ponga un ejemplo...
R. Los campos de deporte. Son auténticos pedregales y zonas en las que los internos cogen piedras que usan para conflictos internos. O bien son lugares de trapicheo de sustancias prohibidas. Por eso la dirección evita que se usen estos patios.
P. ¿Existen otros problemas?
R. Existen cortes de suministro eléctrico que dejan la prisión con los sistemas de seguridad al mínimo. Hay recalos y goteras cada vez que llueve. Hay una falta de dotación en los locutorios donde los abogados se entrevistan con los internos: ni siquiera cuentan con un ventilador y sufren como nadie en verano. A veces, los abogados desean acabar sus entrevistas cuanto antes.
P. ¿Cómo es su relación con los presos de ETA?
R. Es correcta. Existen 13 hombres y una mujer cumpliendo condena.
P. ¿Cuáles son sus principales reivindicaciones?
R. Varían en función de las perspectivas de la propia organización y de su entorno. Hasta hace dos años, la organización les pedía a los presos que no se acogiesen a los beneficios penitenciarios. Ahora les ha dado más libertad y les permite acogerse al Instituto de la Redención. Así, un interno con buena conducta y que realice una actividad se puede beneficiar de una redención de la condena. También solicitan que los centros penitenciarios estén dotados de elementos humanos y materiales para cumplir la ley penitenciaria en el interior de las prisiones.
P. ¿Nada más?
R. A veces tienen reivindicaciones muy particulares. Por ejemplo, que se adapten los horarios de visita al de sus familiares, que se desplazan desde el País Vasco.
P. ¿Ha recibido en audiencia a familiares de presos de ETA?
R. No, los familiares de los presos de ETA jamás han solicitado una audiencia. El contacto con los presos ha sido más constante porque ellos lo han pedido o porque yo entendía que debía verlos en audiencia para observar su evolución.
P. ¿Qué me dice de la población inmigrante de la prisión?
R. Porcentualmente es la misma que la población extranjera que trabaja. Hay que desterrar ideas falsas y negativas que relacionan el aumento del número de internos en la prisión con la inmigración.
P. ¿Existen guetos de extranjeros?
R. Hay dos colectivos muy diferenciados. Por un lado, el de los lituanos, con cierta tendencia sectaria. Están muy organizados y jerarquizados para ejercer como grupo de presión dentro de la prisión. De otro lado están los magrebíes en cuanto a número, aunque va cada uno por su lado.
P. ¿Plantea algún problema tener extranjeros cumpliendo condena?
R. Depende. Los familiares de muchos de ellos no pueden acudir a la prisión si no tienen en regla el visado. Es deleznable que los parientes de los inmigrantes no puedan visitarlos sin visado. Si no tienen legalizada la situación en España se les ponen impedimentos para ver a sus familiares. No lo entiendo porque tampoco llaman a la Guardia Civil para que los expulsen. Simplemente, les impiden ver a sus seres queridos.
P. ¿La cárcel cambia a las personas que cumplen condena?
R. Con la acción terapéutica del régimen penitenciario, sí. Creo firmemente en la reinserción y he comprobado que los permisos y los tratamientos han dado buenos resultados.
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