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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un deslumbrante grabador

La exposición Anton van Dyck y el arte del grabado contiene más de medio centenar de piezas gráficas y una pintura del célebre maestro flamenco, nacido en Amberes el año 1599 y muerto en Inglaterra en 1641. Esta muestra ha estado a cargo de Carl Depauw, director del Rubenshuis de Amberes, y de Ger Luijten, jefe de grabados del Rijksmuseum de Amsterdam, los cuales han realizado su cometido de forma admirable en todos los aspectos, selección de obra, montaje y catálogo, convirtiendo esta iniciativa en una cita imprescindible para el público español interesado en el arte.

Rigurosamente coetáneo de Velázquez, aunque menos longevo, Van Dyck se erigió como una de las luminarias del espléndido barroco flamenco, logrando extender su influencia internacional durante toda la segunda mitad del XVII, no sólo porque, residente desde 1632 en Inglaterra, tuvo su peso decisivo en la formación del entonces emergente gusto artístico británico, o por sus lazos con España en los pintores de la última generación del barroco de nuestro país, sino también por muchos otros lugares del continente europeo, donde, no pocas veces, se dio a conocer precisamente a través de la estampa. Aunque es cierto que su prematura muerte, cuando iniciaba la cuarentena, y la sombra que proyectó sobre él la fastuosa figura de Rubens, en cuyo taller estuvo trabajando más que propiamente ser su discípulo, circunstancialmente oscurecieron la plenitud de su merecida fama, pero nunca lo suficiente como para que no fuera y sea considerado como uno de los artistas capitales del barroco europeo, al que dio un suntuoso y sensual lustre final. Por otra parte, tampoco se puede obviar la importancia y significación que la obra de Van Dyck tiene en nuestro país, como se corrobora en la abundante representación que tiene en el Museo del Prado.

ANTON VAN DYCK Y EL ARTE DEL GRABADO

Fundación Carlos de Amberes

Claudio Coello, 99. Madrid

Hasta el 11 de enero de 2004

De todas formas, además

de las razones alegadas para acreditar la importancia de esta convocatoria, hay una principal, que no en balde se enuncia en el título de la misma: la de apreciar monográficamente su excepcional calidad como grabador. Poco después de su muerte, se publicó su Iconografía (1645), donde aparece estampada la efigie de muchos de sus más famosos contemporáneos, una formidable colección de retratos donde resplandeció su esmerada calidad como excelente acuafortista. Pero si este trabajo le acreditó como uno de los mejores grabadores de la época, lo realizado por él en esta técnica, que encierra una compleja urdimbre artística, excede con mucho los límites de esta labor documental.

Por lo demás, la influencia de Van Dyck como grabador no se circunscribió a su época, sino que también alcanzó de lleno a la nuestra. Para así ponerlo de manifiesto nos basta con citar un par de ejemplos: uno, por cierto, pleno de actualidad, porque fue el grabado de su Ecce Homo, más que la pintura que atesora el Museo del Prado, el que influyó en el cuadro de Manet que ahora se exhibe temporalmente en nuestra primera pinacoteca; pero, además, al contemplar cualquiera de sus retratos, y, en particular su Autorretrato, se aprecia su huella en el que se hizo Delacroix hacia 1837. En cualquier caso, sea cual sea la proyección de las estampas de Van Dyck, el objetivo de esta exposición no se ha limitado a mostrarnos una excelente selección de sus mejores grabados, sino a explicarnos, de manera admirable, cómo se gestaron y todos los problemas técnicos y de difusión que comportan. En este sentido, verdaderamente no cabe una presentación mejor, pues asistimos a todo el proceso, desde los dibujos preparatorios, y los diferentes estados de la estampación bajo la mano del propio artista, hasta las ediciones posteriores llevadas a cabo por otros grabadores. Lo vemos todo además con estampas de los géneros más diversos, historias mitológicas y sagradas, retratos, etcétera, tratándose el conjunto con una claridad y un montaje de exquisito gusto.

'Júpiter y Antíope', atribuido a Van der Steen, según Anton van Dyck.
'Júpiter y Antíope', atribuido a Van der Steen, según Anton van Dyck.

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