Negociar el metro

Últimamente se viene hablando mucho acerca de la aportación económica que el Gobierno de la nación debe hacer respecto al metro de Sevilla, y lo cierto es que todas las noticias giran en torno a la verborrea sobre negociaciones y promesas que no se cumplen, mientras que ya las máquinas se pusieron en funcionamiento para desenterrar un proyecto que quedó condenado a la penuria y el olvido hace 17 años.

Lo cierto es que el dinero no llega y habrá que pensar si realmente habría que cambiar de estrategia y abandonar el grado de crispación y perpetuo enfrentamiento entre Ayuntamiento y Junta de Andalucía con el impertinente ministro Javier Arenas, y optar por una postura más dialogante que permita una rápida solución al conflicto, porque si no, mucho me temo que esto se va a convertir más en un diálogo de besugos que en otra cosa, y eso a Sevilla no le interesa, por mucho que el Gobierno central esté obligado a invertir en las grandes ciudades con vistas a una mayor modernización en las comunicaciones. El dinero, de una u otra forma, tiene que llegar. El metro no puede estar condicionado a los caprichos y las peleas de los políticos. Si están enfadados, que beban agua; pero lo que no se puede consentir es que se juegue sucio con los intereses de los ciudadanos que ven en el metro una esperanza de futuro para Sevilla. ¿O es que acaso el lema de Andalucía imparable va a ser el único recurso por el cual Sevilla tiene que reclamar lo que por justicia y razón de ser le pertenece? Señores, siéntense a negociar y dejen de liar la madeja, es lo mejor para todos.