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Crónica:FÚTBOL | Decimocuarta jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cómo malgastar un partido

El Athletic dilapidó dos goles y el Zaragoza se durmió tras el empate

Sería el efecto Gurpegui (que volvía a jugar tras la suspensión cautelar de su sanción por dopaje) o la rabia de la derrota ante el Racing que le alejaba de la Champions League o un conjuro contra la fragilidad en los desplazamientos, pero el Athletic se plantó en La Romareda como quien lleva todas sus tropas a tomar una pequeña plaza. Durante 20 minutos, el Zaragoza asistió atónito a una exhibición rojiblanca, sin oler el balón, sin pasar de medio campo, mirando como las vacas al tren el tránsito del Athletic por todas las parcelas de su campo. Ese monólogo le valió al Athletic dos goles, uno de Yeste (que regresaba del correccional por indisciplina) con un libre directo y otro de Tiko en una pared accidentada con Urzaiz.

ZARAGOZA 2 - ATHLETIC 2

Zaragoza: Laínez; Rebosio, Álvaro, Toledo, David Pirri; Soriano (Corona, m. 77), Ponzio; Galletti, Cani (Yordi, m. 71), Savio; y Villa.

Athletic: Aranzubia; Lacruz, Prieto, Karanka, Larrazabal; Iraola (Jonan, m. 63), Gurpegui, Tiko (Orbaiz, m. 80), Yeste (Del Horno, m. 85); Etxeberria y Urzaiz.

Goles: 0-1. M. 11. Libre directo que transforma Yeste por las escuadra superando a Laínez, que sólo logra rozar el balón. 0-2. M. 22. Contragolpe de Tiko que hace la pared con Urzaiz y tras recibir de éste, marca. 1-2. M. 25. Disparo de Villa desde la frontal del área que supera a Aranzubia. 2-2. M. 46. Centro de Galletti y cabezazo de Villa en el área pequeña.

Árbitro: Moreno Delgado. Amonestó a Larrazabal, Gurpegui, Yeste, Cani, Álvaro, Galletti, Soriano, Tiko y Ponzio.

Unos 17.000 espectadores en La Romareda.

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El Zaragoza, sin sudar, sin palpar la presión del balón, perdía 0-2 y cabe pensar que algunos futbolistas ni siquiera habían entrado en contacto con el partido. El problema del Athletic es que digiere con dificultad la superioridad y tiende a aburguesarse cuando el bolsín del fútbol le sonríe. Se fue para atrás, a poco que arreó el Zaragoza (herido en el marcador y en el honor) y a las primeras de cambio concedió un gol impensable. Villa tuvo tiempo de parar, girarse, acomodarse y rematar en la frontal del área Sin jugar, el equipo de Flores se había metido en el partido cuando se avecinaba tormenta, cuando todo indicaba que convenía buscar un buen tejado para guarecerse del granizo.

Pero entre las virtudes del Athletic no se contabilizan la constancia ni el espíritu matador y entre sus defectos sí se cuentan los despistes defensivos. De uno de ellos, majestuoso por la desubicación de los futbolistas, llegó el segundo gol de Villa, que se limitó estar ahí, entre dos centrales estáticos rojiblancos que lo vieron cabecear como gatos de escayola.

El Zaragoza había crecido por el empuje de Ponzio y Soriano y la versatilidad de Galleti. Entre los tres le dieron vida a Villa, un goleador en horas bajas que necesitaba un partido como el de ayer, entre dos centrales muy descolocados, muy alejados entre sí, para reivindicarse.

El partido murió con los goles, un mal que aqueja a los partidos pequeños donde cada tanto más que una felicidad es un problema. El Zaragoza, cuando empató desapareció, como si sus goles fueran obra de un milagro mas que de su meritoriaje.

El partido se durmió con la noche. Las tropas del Athletic abandonaron su pequeña plaza y las del Zaragoza tampoco pusieron especial interés o sabiduría en rescatarla. Todo fue rutinario. Si acaso, la entrada de Jonan García le dió ese punto de sal que requieren todos los partidos, pero los porteros vivieron en paz. Aranzubia, es cierto, salvó un remate a bocajarro de Villa (con el 2-2) y Laínez resopló cuando Tiko dio con el tobillo un balón franco de gol enviándolo al graderío. Nadie se explicó lo ocurrido: el Zaragoza porqué empezó tan mal, el Athletic porque acabó tan mal. Empate, claro.

Savio intenta escaparse del marcaje de Iraola.
Savio intenta escaparse del marcaje de Iraola.EFE

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