Balada de un tiempo ido
Salió Gustavo Pérez Puig y se despidió. Entró a dirigir el Teatro Español con este régimen y se va con este interregno, con este alcalde Gallardón que no estaba en el teatro, aunque sí había mucho gobierno, presente y pasado; y todos, y no sólo ellos, aplaudieron largamente al director que hizo su breve balance. Y empezó la obra: Celos del aire, con 50 años de edad, en homenaje al autor que cumpliría 100.
Era la cuarta de las suyas, la segunda de la posguerra (Alberto, la primera, fue estimada, pero no más) y la que le dio un triunfo considerable: y a Cayetano Luca de Tena, que la dirigió, y a la compañía que la representaba. Yo hice mi crítica, entonces: queda un rastro en el programa, citada por Amorós: "Para Eduardo Haro Tecglen, en Informaciones, "tomando lo expuesto como bueno (...) Celos del aire es una obra perfecta".
Celos del aire
De José López Rubio (1950). Música de Volker Kirberg. Intérpretes: Juan Ribó, Andoni Ferreño, Paula Sebastián, Abigail Tomey, Ana María Vida, Mario Martín, Jesús Guzmán. Escenografía: Alfonso Barajas. Dirección: Mara Recatero. Teatro Español. Madrid.
¿Qué habría en aquellos puntos suspensivos? ¿Qué sería lo expuesto antes? Creo que sería lógico que, si la obra se repone, pudiera reponerse la crítica. Las dos cosas están sometidas al paso del tiempo: el teatro no es menos circunstancial que el periodismo.
Celos del aire es un titulo tomado de Calderón (Celos aun del aire matan), pero tiene más suavidad, más comedia bien terminada: hay un adulterio, cosa realmente terrible para el teatro de la época, pero termina bien, cada oveja con su pareja, y el amor con todo su esplendor y con algo de su tristeza termina aceptado por las tres parejas; una de ellas es casi de espectadores, que ven y no hablan más que entre sí, lo cual fue muy estimado entonces porque suponía dar una dimensión mayor a la obra.
Diálogo
Muy estimado el diálogo: brillante, ingenioso, compacto. Hoy, largo y repetitivo: esa misma comedia se haría en media hora menos. No digo que fuera mejor ni peor, pero el público tiene hoy otra paciencia. Sin embargo, lo pasa bien. La compañía lo hace bien, el decorado es bonito, las frases son bellas.
No repetiría yo hoy que es perfecto: pero sí que es un modelo de lo que desgraciadamente se ha perdido en el teatro, que es la construcción minuciosa, las pequeñas sorpresas, la burla del teatro mismo, la palabra como base esencial.
Babelia
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