"¡Toma, Buyo; toma!"
Anécdotas de 40 años de rivalidad Madrid-Atlético contadas por algunos de sus protagonistas más carismáticos
Amancio Amaro e Isacio Calleja se abrazan sonriendo. En la barra de mármol reposan unos vasos de vino y un platito con aceitunas. Feliciano Muñoz Rivilla y Paco Gento miran con sorna la escena. Enrique Collar, El Niño de los años 60, advierte en broma: "Cuidado, que se van a pegar". Todos se ríen. José Eulogio Gárate pregunta a Amancio y Calleja: "¿Pero de quién fue la culpa de vuestra expulsión". Sus duelos, en los 60 y los 70, eran un molinete de golpes. "De Calleja, que era muy duro". Esto, claro, lo dice Amancio. Entre ellos y Goyo Benito, Paco Buyo, Paulo Futre y Kiko Narváez suman cerca de doscientos derbies. Cuarenta años de una rivalidad del Madrid con el Atlético -mañana se repetirá- "más fuerte que con el Barcelona", apunta Gento.
Gárate: "Le dije a Luis que sacara a otro ante Benito. Al final, jugué y, como siempre, ni la toqué"
- Gento-Rivilla (desde la temporada 1958-59 hasta la 1967-68). Casi encogido dentro de un pañuelo anudado a la garganta, Rivilla habla con veneración de su rival: "Jugar contra Gento ya era un triunfo. Marcarle era la leche. Había que mentalizarse para enfrentarse a él. Tenía mucha velocidad, pero lo más importante era cómo se paraba. No hacía carreras de cinco o diez metros como Puskas, sino de 50, y... se frenaba en seco". Gento devuelve el piropo: "Rivilla era muy rápido y bueno. Me entendía bien: sabia que si me daba metros estaba perdido y que marcándome encima no había manera de que pudiera deshacerme de él". Y ya, embalado, le dice: "¡Qué rápido eras, me cago en...! Me iba de tí y te volvía a tener delante. Eras el mejor. Benítez, el del Barça, no era para tanto y Verde, otro del Atleti, era más tramposo: te agarraba y te ponía el culo. Tú eras un señor. Tranquilo, pero pesado". Rivilla coincide: "Fuimos unos caballeros. No como Amancio y Calleja". También recuerdan el potencial. Gento: "El Atleti era más difícil que el Barça". Rivilla: "El Madrid era el mejor. Pero de verdad. No como ahora, que reúne nombres para impresionar".
- Amancio-Calleja (desde la temporada 1962-63 hasta la 1971-72). Hace pocos años se hicieron la última fotografía juntos. Fue en un acto académico. Sus respectivos hijos se graduaban. "Me persigues hasta aquí", le dije, recuerda Calleja. "Fue la clásica melée. Acabamos todos rodando por el suelo. Todavía no sabemos quién fue el culpable", recuerda Amancio sobre su expulsión conjunta. "Yo me caí un poco atontado y el árbitro me dijo que me fuera a la banda. Resulta que me había echado, pero no me di cuenta porque entonces no había tarjetas. Yo no había hecho nada", clama por su inocencia, como buen abogado que es, Calleja.
Sobre sus enfrentamientos, Amancio insiste en la dureza de Calleja, que se ufana de que casi siempre salía victorioso. "Isacio siempre ha tenido mucho ímpetu. Era muy corajudo. Y yo, muy habilidoso. Siempre teníamos roces. Los defensas eran más duros que ahora porque no había tarjetas. Sólo te advertían de que a la próxima te iban a echar. El marcador que más me preocupaba era él. Era rápido y... duro". "Amancio no era de los peores extremos que encarar porque tenía la tendencia a meterse por el centro. Pero me acuerdo de que una vez me llevé una bronca por su culpa. Nos marcó un gol y nuestro entrenador, Sabino Barinaga, me echó un broncazo. Yo no tenía la culpa porque se lo había metido a Madinabeytia por el palo corto. Pero me echó la culpa a mí y le mandé a tomar por culo".
Amancio tercia: "Yo me acuerdo de un gol que le marqué a San Román desde el suelo. Acabé con la camiseta y la cara negras de barro". Ambos afirman que siempre se han llevado bien. Incluso se tomaban "unas copas para hablar de fútbol, porque sobre política nunca había novedades", se ríe Amancio. "Las cosas eran distintas. Yo le dije a Amancio, en medio de un partido, que mirase el marcador simultáneo: un penalti a favor del Córboba contra el Barça les iba a dar la Liga", revela Calleja; "las relaciones eran mejores".
- Gárate-Benito (desde la temporada 1969-70 hasta la 1976-77). Gárate habla con deportividad. Sencillamente, nunca pudo con Benito: "A nivel personal, me llevo muy bien con él, pero deportivamente me secaba. Para mi juego era fatal. Él era como un muelle saltando y muy rápido al cruce. Era perfecto para el marcaje a la estrella rival. Al que le tocaba Benito estaba jodido. Yo le dije un día a Luis Aragones que mejor sacase a otro porque Benito me tenía cogida la medida e igual a otro le iba mejor. Al final, jugué y, como siempre, ni la toqué. Si alguna vez me iba de él, me paraba en falta. Era muy duro y valiente. De todos los marcadores que tuve fue el peor. Con otros jugaba bien, mal o regular, pero con él es que ni tocaba la pelota".
Benito no está de acuerdo, excepto en lo de la relación personal: "Hemos salido varias veces a cenar con nuestras mujeres y aún es mejor persona que futbolista", dice, y añade: "Está exagerando mucho. Me la lió muchísimas veces, que no se haga el humilde. Era buenísimo. Tenía una cosa que era la salida: amagaba hacia la derecha y se te iba por la izquierda. Además, te ganaba muy bien la posición y nos metió un par de chicharros tremendos".
- Buyo-Kiko/Futre (desde la temporada 1987-88 hasta la 1995-96). Buyo, poco a poco, va haciendo memoria sobre sus duelos con Kiko y Futre: "Yo tengo mucha amistad con Kiko y Futre, pero con los dos me han pasado cosas curiosas. Recuerdo una vez que Jorge D'Alesandro le dijo a Kiko que tenía que cortar como fuera mis pases con la mano. Marcamos así, gracias a un envío mío, y en el descanso le cayó una bronca tremenda. Luego, estaba raro. Pero, de repente, cogió el balón con las manos y metió gol. '¿Qué haces?', le pregunté. 'Es que el entrenador me tiene hasta los huevos', me respondió".
Futre también tiene recuerdos de Buyo: "Tuve dos gordísimas con él y miles de piques pequeños. Una vez, perdiendo por tres goles, sentía tanta rabia que me dio un aire extraño y cogí la pelota con las manos para marcar. Me expulsaron. Otra vez me iba solo y me trabó en una falta impresionante. Caímos al suelo y fue dando vueltas por el césped para darme una patada. Se montó una tangana enorme. A mí me volvieron a expulsar y a él sólo le sacaron una tarjeta amarilla. Le tenía muchas ganas. Por eso, cuando le marcaba un gol, le gritaba con rabia: "¡Toma, Buyo; toma!".
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