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Palestina y sus falsas verdades

Con un día de diferencia, pude leer en EL PAÍS dos textos antagónicos sobre el conflicto árabe-israelí, un artículo de Joan B. Culla y una carta de Faisal Khalid Abdel-Hadi. Sin entrar en la polémica que alimentó dicho encuentro -encontronazo, diría-, me parece pertinente formular algunas cuestiones que nunca existen en el debate, especialmente si se formulan desde posiciones acríticamente pro palestinas. Como señalaba Joan B. Culla, parte del problema de Oriente Próximo tiene que ver con la distorsión de la información, y también con un maniqueísmo que nos está llevando, entre otros desastres, a la corriente de antisemitismo más importante en Europa desde la negritud del nazismo. Para dar un dato nada alentador, en estos casi tres años de Intifada ha habido más agresiones contra sinagogas en Europa que en toda la Noche de los Cristales Rotos. El mismo día del atentado contra Neve Shalom y Beth Israel, dos sinagogas de Estambul donde murieron decenas de personas, ardía una escuela judía en un barrio de París. El Financial Times ha lanzado una acusación contra la Unión Europea porque se ha negado a publicar el informe de 112 páginas que el European Monitoring Centre of Racism and Xenophobia (EUMC) hizo en el año 2001, donde quedaba patente la responsabilidad de grupos islámicos en esta oleada antisemita. El senador estadounidense Robert Wexler envió una carta a Javier Solana, en julio, pidiendo la publicación del informe. El informe no ha sido publicado. Doy estos datos no sólo porque son pertinentes, sino por dos hechos relevantes: uno, la responsabilidad de Europa, tanto por pasiva como por activa, en el nuevo antisemitismo que la recorre; otro, porque centra una cuestión de fondo: la negación de la autocrítica por parte de los colectivos islámicos pro palestinos y su demonización permanente de todo lo que tiene que ver con el mundo judío. Más allá de la crítica a Sharon, lo que late en las ONG musulmanas, en los editoriales de los diarios de El Cairo o Damasco, en las arengas de las mezquitas de Teherán y en los libros de texto del Ministerio de Educación palestino es un renovado, facistoide y agresivo antisemitismo. No es una casualidad que un ex líder del Ku Klux Klan (como se explicó en un congreso en la Unesco) haya recorrido Qatar y los Emiratos explicando la bondad de los Protocolos de los Sabios de Sión, el libro base que fundamentó el Mein Kampf de Hitler. Hasta el periodista Robert Fisk ha denunciado la cuestión en algun artículo.

Lo primero que denuncio, pues, es que muchos de los textos críticos con Israel no parten de un planteamiento democrático, sino de un furibundo prejuicio antisemita. El día que quieran, los ilustro con lindos ejemplos, pero sólo cabe recordar lo último de Saramago -"el pueblo judío ya no merece compasión por los sufrimientos que pasó"- o la frase de Theodorakis -"este pequeño pueblo, el judío, es la cuna de la maldad"-. ¡Y pensar que nos enamoramos del Memorial del convento y de Zorba el griego...! Si les traigo a colación la literatura antisemita que hoy recorre el cuerpo educativo de la práctica totalidad del mundo islámico, quedarán impresionados. Esto es, pues, lo primero: el antisemitismo no es una broma, ha resurgido con un ímpetu voraz, Europa es responsable por despreocupación -y por distorsión de la verdad- y el mundo islámico no ha hecho los deberes con la democracia, porque su discurso no es de base tolerante. Lo cual no significa que no haya intelectuales, como Sami Naïr, que expresen su preocupación por la cuestión.

Lo segundo, la absoluta negación de la autocrítica de los palestinos, encantados de demonizar a Sharon y a Israel, chivo expiatorio de todos sus problemas, pero incapaces de reconocer las muchas responsabilidades que existen en el lado árabe. Por ejemplo, el hambre de los palestinos, dato real. Si antes de esta Intifada los ciudadanos palestinos tenían el estándar económico más alto del mundo árabe, hoy están en las ratios del Yemen. Sin embargo, ¿conocen ustedes las cifras? El Banco Mundial ha dado el doble por habitante a la Autoridad Nacional Palestina de lo que recibió Europa con el Plan Marshall; la Unión Europea ha dado 330 millones de euros para el sistema educativo palestino (que enseña a odiar a los judíos); los informes de corrupción hablan de una fortuna de Arafat que sobrepasa el billón de dólares, con importantes inversiones incluso en la fábrica de Coca-Cola en Ramallah; ¿dónde están los 50 millones de dólares que Saddam dio a Arafat por apoyarlo en la Guerra del Golfo?, ¿dónde la herencia económica de la Organización para la Liberación de Palestina, con las nutridas donaciones del KGB y los saudíes? Y puestos a preguntar, más allá de nutrir a los grupos terroristas, ¿cuál es la aportación del petrodólar al bienestar de los palestinos? Y sin embargo, se pasa hambre... O ¿se busca el hambre para usarlo?

También podemos hablar de la paz y Arafat. Rabin, en 1993 con los acuerdos de Oslo -que firmó porque se le había prometido la paz-; Netaniahu, con los acuerdos de Hebrón; Barak, en Camp David en 2000, donde se ofreció incluso la partición de Jerusalén. Y sin embargo, Arafat respondió con una segunda Intifada que lleva miles de muertos. Siempre ha dicho no a la paz, pero nunca tiene culpa...

¿Hablamos del muro? Sólo tres datos. Un suicida tarda menos en pasar a pie de Kalkiliya a Kfar Saba de lo que ustedes tardan en leer la prensa. Han pasado 127 terroristas a Israel desde la ribera occidental que han matado a más de 500 personas. El muro que existe en Gaza desde 2001 ha conseguido que no pasara ni un terrorista y ha permitido que los miles de trabajadores palestinos de la zona industrial de Erez tuvieran mayor seguridad. Esto también forma parte de la información. Pero ¿lo leen a menudo?

No se trata de no criticar a Sharon o la política de Israel. Se trata de cumplir dos principios morales de la verdad. Uno, que la verdad es un espejo roto e Israel también tiene muchos fragmentos. Otro, que a la verdad no se la sirve con el maniqueísmo, la demonización o la intolerancia. Por mucho que se intente, no se sirve a la causa palestina con la mentira.

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