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Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una oleada de ideas

El poeta Osip Mandelstam se propuso llevar "un modo de vida basado en la lógica del universo". Ese principio alienta la calidad de Gozo y misterio de la poesía, que se construye como una colección de ensayos. Organizar asuntos diversos, que proceden de tiempos diferentes, dota al escritor de una alta responsabilidad cosmológica. Italo Calvino dijo que un clásico es un libro que equivale al universo. Lo cual nos lleva de nuevo a la lógica interna de la escritura de Mandelstam, aunque sería más preciso hablar de su ética interna. El original se publicó en 1928, cuando estética y política eran inseparables, en el fragor de la revolución soviética y de las vanguardias artísticas. En esa época Mandelstam se encontraba inmerso en la consolidación teórica del acmeísmo. Su reivindicación de lo terrestre se había resumido en un grito: "¡Abajo el simbolismo, viva la rosa viva!".

GOZO Y MISTERIO DE LA POESÍA

Osip Mandelstam

Traducción de Víctor Andresco

El Cobre. Barcelona, 2003

121 páginas. 13 euros

Más información
Rusia, en la encrucijada

El pensamiento vigoroso de Mandelstam se va convirtiendo en lenguaje ante los ojos del lector, a una velocidad muy superior a la media. Ahí empiezan su gozo y su misterio, que se vuelven mayores para el lector actual, acostumbrado como está a poetas demasiado atentos a la vida literaria, y demasiado desatentos a la vida. Este ensayo sobre la poesía comparte cualidades con la poesía, por un principio de vasos comunicantes que los estudiosos de la literatura suelen llamar metonimia. Uno de los axiomas acmeístas sostenía que el material perfecto para la obra de arte es el lenguaje. Mandelstam se propuso que sus ensayos fuesen también "ejemplos prácticos" de ello. Lo más placentero para el lector es la oleada de imágenes que trae esta prosa, que viene a ser oleada de ideas. En vez de extraviarse por las alturas especulativas, se atiene a verdades sencillas: "Las leyes de la poesía duermen en la laringe". Por eso comenta siempre versos ajenos antes de entrar en materia. Lo hace magistralmente, logrando que escuchemos hasta las vocales y las consonantes de su idioma.

"Hay que esparcir trigo por la

atmósfera", dice con un lenguaje muy propio del optimismo del momento. Ese lema es su manera de simplificar una rica poética que él quería válida para todo el siglo XX ("europeizar y humanizar el siglo XX"). Comprobar si la literatura cumplió esas expectativas es uno de los atractivos de este ensayo. Otro, la visión personalísima de toda la literatura anterior. Su poética de la Antigüedad grecolatina tiene el sabor de los frutos más frescos. Se había fijado una meta: que la tradición funcionara como novedad. El ayer -asegura- no ha nacido aún. Y "Catulo inquieta y preocupa más que cualquier acertijo futurista". Coincide con Ovidio en el destino trágico, que casi parece presentido en estas páginas. Otras grandes etapas literarias se estudian en autores sintomáticos. Así, la Ilustración en Chénier. Más complejo es el modelo que aplica a Villon: sostiene que algunos poetas tienen un retorno tan predecible como el de los astros en su órbita. Y Villon habría retornado en Verlaine. El capítulo El siglo XIX resulta muy grato porque habla mucho del XVIII, cuando "las musas estaban tristes junto a la razón". El XIX merece otro perfil: "Un siglo que odiaba hablar de sí mismo en primera persona". Era casi inevitable que este Gozo y misterio de la poesía incluyera un capítulo titulado El fin de la novela. Así hasta llegar a "la poesía seudocívica y la aburrida lírica de los años ochenta", que para él representan el agotamiento del siglo XIX ruso.

En un mundo que no cesa de

ofrecernos su superficie caótica, la apetencia de unidad -lo ve muy bien Mandelstam- "define la estructura de los espíritus selectos". Mostrar esa estructura -dejémoslo así- fue la causa última que le hizo morir en un campo de concentración de Vladivostok, víctima del totalitarismo comunista. Algunos critican a los que se entregan al gozo (no digamos ya al misterio) de la poesía. Olvidan que la belleza en estado puro es una semilla de libertad. Este hermoso ensayo fue escrito como el libro de un poeta, pero debemos leerlo como el libro de un héroe. Cosa que lo hace mucho más valioso, aunque sólo sea porque es mucho menos frecuente.

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