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Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Genealogía de una sociedad industrial

Mucho se ha avanzado en los últimos años, aunque mucho camino quede aún por recorrer, en el empeño de poner a disposición de los aficionados a la historia esa panoplia de instrumentos de alta calidad y rigor documental tan habituales en otras latitudes. Series estadísticas, diccionarios biográficos y de conceptos, enciclopedias, anuarios, atlas históricos van ocupando espacio en nuestras bibliotecas, remediando así un estado de penuria general en el que sobresalían algunas cumbres, como fue la gran enciclopedia Espasa. En ese camino, que requiere buenos equipos y gran experiencia editorial, ocupará un lugar de privilegio este Atlas de la industrialización de España, una obra perfecta en su género, un precioso instrumento que proporcionará muchos ratos de agradable fisgoneo al aficionado y mucha información al estudioso de la historia de España.

ATLAS DE LA INDUSTRIALIZACIÓN DE ESPAÑA, 1750-2000

Jordi Nadal, director

Editorial Crítica y Fundación BBV. Barcelona, 2003

664 páginas. 139 euros

Proporcionará muchos ratos de agradable fisgoneo al aficionado y mucha información al estudioso
Más información
Del fracaso al éxito a través del atraso

No sólo información. Como pórtico o introducción a los bloques de mapas, algunos magníficos, y de gráficos, siempre ilustrativos y de cómoda lectura, cuenta este atlas con interpretaciones de las diferentes etapas y materias, que han sabido huir de la jerga propia del oficio y acercar el relato a un lector culto, no necesariamente especialista. Son textos escritos con cuidado, que van a lo fundamental sin perderse por veredas intransitables, ni tan largos como para desistir de su lectura, ni tan cortos como para limitarse a lo trivial o lo sabido. Si acaso, se echa a veces en falta unas tablas que hubieran proporcionado las cifras exactas de las que han salido tantos y tan estupendos gráficos. Un defecto que los mapas compensan cuando ofrecen, al lado o coronando los diferentes volúmenes expresivos de distintas magnitudes, la cifra que representan, como debe ser cuando los intervalos son grandes.

Se trata, por lo demás, de un atlas histórico, en el que era preciso conjugar el tratamiento por materias con una clara periodización por etapas. Los autores, con buen criterio, comienzan por una visión general del estado en que se encontraba la industria antes de la industrialización, una vía de entrada en esta historia que en Inglaterra ha proporcionado desde hace años nuevas luces sobre las bases o fundamentos de la revolución industrial, que no surgió de la nada ni fue en realidad una revolución sino más bien un proceso de transformación. En España, los comienzos no pudieron ser más frustrantes: los estorbos físicos que los ilustrados del siglo XVIII pretendieron superar por medio de una política de Estado naufragaron ante la persistencia de los estorbos morales y políticos propios de una sociedad estamental más resistente en sus privilegios de lo que aquellos reformadores pudieron sospechar.

Frustración es también lo que define la andadura de la primera revolución industrial, la del carbón como fuente de energía y la máquina de vapor como técnica para su transformación. Con ella se abre la segunda fase de esta historia, la más larga, pues incluye las dos revoluciones industriales, la de principios del siglo XIX y la de su final y primeras décadas del XX. Es discutible esta periodización, ya que, como el mismo atlas evidencia, desde la Gran Guerra, la producción de energía eléctrica y el consumo de petróleo modifican sustancialmente las magnitudes industriales. Considerar como un solo tramo el siglo y cuarto comprendido entre 1814 y 1939 y titular al conjunto como "recorrido poco exitoso", salvo lo ocurrido en el País Vasco y Cataluña, hace tal vez poca justicia a los datos aportados por el mismo atlas, que insiste con razón en el cambio de ritmo y en la mayor difusión de las industrias experimentado a partir de 1914.

Con la ruptura de posguerra y

la posterior industrialización entramos en la tercera fase, la que va de la autarquía al milagro. La disponibilidad de estadísticas más fiables y la abundancia de datos permiten dibujar aquí un cuadro completo de la situación en los puntos de partida y llegada. De predominantemente agraria a plenamente industrial, de políticas autárquicas e intervencionistas a la apertura al exterior y a políticas liberalizadoras, del brutal retroceso del primer franquismo en los años cuarenta al desarrollo de los sesenta, a través de una década intermedia, los cincuenta, aquí denominada impropiamente de preestabilización, que contempló un primer crecimiento industrial agostado por el galopante déficit de la balanza comercial y la escasez de reservas. En todo caso, tres subetapas claramente diferenciadas que deben poner fin a la perezosa costumbre de alargar la posguerra hasta 1959, año de la estabilización que echó las bases de un crecimiento industrial al ritmo sin precedente del 9,1% anual.

En fin, las partes cuarta y quinta se dedican al último cuarto del siglo XX, tiempo de crisis, de reconversión industrial y de integración en Europa. Es en efecto una nueva etapa caracterizada por otra revolución tecnológica -tercera revolución industrial- con inmediatas repercusiones en la organización de las empresas y en la regulación de los mercados que han servido de pórtico al nuevo capitalismo global. En España, a la crisis del segundo lustro de los setenta, siguió la entrada en la Comunidad Europea, con una masiva implantación de empresas transnacionales por medio de filiales o de compra de empresas ya existentes, y un salto espectacular en importaciones y exportaciones.

No es el menor mérito de esta obra haber procedido, desde el comienzo, a las pertinentes comparaciones entre el proceso industrializador español y el de otros países de Europa. Con buen criterio, el atlas dedica monográficamente su última parte al estudio de la industria española de las tres últimas décadas del siglo XX en una perspectiva europea. Cuestiones relacionadas con la dimensión relativa de la industria, las diversas producciones y su lugar en Europa, la competitividad de las empresas, la orientación de las inversiones, con una llamada de atención sobre el escaso esfuerzo realizado en I+D y, en fin, unas esperanzadoras consideraciones sobre el futuro de la industria española en el marco de la creciente terciarización de su economía, cierran este brillante trabajo, fruto de una treintena de autores bajo la dirección de Jordi Nadal.

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