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Reportaje:

Bólidos liliputienses

Vitoria acogió el campeonato de España de Mini Z, unos prototipos de radio control a escala 1:28

Son iguales que los coches de carreras, pero 28 veces más pequeños. Dentro, lógicamente, no hay ni piloto ni copiloto, pero en lo demás son réplicas casi exactas del Mercedes CLK -el más extendido-, varios modelos de Ferrari y de Nissan. Los llaman Mini Z. Son bólidos dirigidos por control remoto, preparados a conciencia. Usan neumáticos específicos, amortiguadores, motores eléctricos que les dan una punta de velocidad de 40 kilómetros por hora (algunos incluso llegan a 60), tracción trasera... De todo. Este pasado fin de semana se ha organizado la última carrera puntuable para el Campeonato de España en Vitoria. Quienes asistieron no se arrepintieron.

En la era de las videoconsolas, con el scalextric casi desfasado, el automodelismo ofrece algo más, una sensación de realismo mayor. Quienes se dedican a ello no sólo manejan con virtuosismo los mandos del radiocontrol. También ejercen de mecánicos. En realidad, es todo un submundo. En las competiciones existen los boxes, como en Fórmula 1, donde cada piloto pone a punto su vehículo; los coches llevan incorporado un transponder (un medidor de tiempos que permite informatizar las clasificaciones); un juez marca el final de la carrera con una bandera de cuadros... Como en los circuitos grandes.

Esta categoría apenas se puso en marcha hace tres años, cuando salieron al mercado ese tipo de coches. Éste es el primer Campeonato de España que se celebra. Sergi Ulloa, de 23 años, nacido en Tarrassa (Barcelona), es el primer ganador. Trabaja vendiendo recambios de automóvil y desde que descubrió los Mini Z no tiene otros entretenimientos. Ha destacado tanto que una marca de accesorios le patrocina y le subvenciona los viajes. Como él, hay media docena de pilotos oficiales en España. Sólo ese detalle indica que el automodelismo es más que un juego. De hecho, pocas cosas ofenden más a un "automodelero" -como se autodenominan- que una comparación entre sus bólidos y un inocente juguete. Aunque admiten ser "un poco niños".

El automodelismo, una especialidad que se mueve en el limbo entre el juego y el deporte, tiene una docena de especialidades. Desde los coches a escala 1:5 hasta los Mini Z. Los más grandes funcionan con gasolina, y hay pruebas sobre tierra y sobre asfalto. Es algo serio. Basta nombrar a algunos ex campeones de España como Pedro Martínez de la Rosa o Adrián Campos, que antes de dar el salto a la Fórmula 1 pasaron por esa categoría.

El éxito de los Mini Z está en su precio. "Cuestan unos 180 euros", explica Alberto Blanco, presidente del Club de Automodelismo Gasteiz, organizador de la prueba de Vitoria, aunque añade: "Un coche de serie no tiene nada que hacer en competición". Para eso se necesita retocar el vehículo. Ahí entra el trabajo de mecánico que todos los pilotos deben hacer. Cada uno lo desarrolla a su gusto. Ulloa, por ejemplo, lo lleva al extremo. Estos días le ha llegado un motor especialmente traído de EE UU. Por algo se denominan Los locos del Mini Z.

"Es adictivo", se justifica Sergi Ulloa, que vaticina "un buen futuro" para la especialidad por su bajo coste y porque "son coches superdivertidos y muy nerviosos". Patxi García, piloto vitoriano que participa en la organización, defiende además que tiene "alicientes que no se encuentran en el scalextric. Aquí controlas la dirección del coche". Además, los accidentes no son dolorosos.

Dónde practicar

Desde que el automodelismo nació hacia 1969, Francia e Italia se han destacado como los países europeos más avanzados, aunque la mayoría de piezas se fabrican en Japón y EE UU. España tiene su centro neurálgico en Cataluña y Valencia. El País Vasco ha llegado con retraso.

En este momento, sólo existe un único circuito para la especialidad de Mini Z. Se encuentra en Vitoria, en una antigua lonja de pescado situada en el barrio de Adurza. El club Gasteiz, que lo ha puesto en marcha, también cuenta con otro circuito para coches a escala 1:10 (en la clase llamada Touring Gas) en el centro comercial Gorbeia.

En el resto de Euskadi apenas se puede practicar, después de que se ha eliminado el circuito de Getxo. Guipúzcoa no cuenta con ninguno.

El lugar mejor preparado en los alrededores se encuentra en la localidad navarra de San Adrián.

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