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Reportaje:

Visita espiritual a Sevilla

Monjes tibetanos eliminan las malas energías de la capital andaluza

Familias con niños, solteros, buscadores de energías positivas, escépticos, creyentes, ateos, curiosos... Cerca de 150 personas presenciaron ayer por la mañana en el Parque del Alamillo de Sevilla una ceremonia de los monjes tibetanos de la Keutsang Rimpoche Monastery University para la purificación del medio ambiente. Estos seguidores del Dalai Lama, que abandonaron el Tíbet en 1985 y se fueron a la India por la actitud y la "persecución" del Gobierno chino, llegaron a Sevilla el pasado 10 de noviembre y se quedarán hasta el día 23 de este mes. Ya pasaron por Madrid, coincidiendo con la visita de su líder espiritual, el Dalai Lama, en octubre, y seguirán su periplo por varias ciudades europeas, Estados Unidos y varios países de Latinoamérica.

La ciudad andaluza ha sido una de las paradas en España de la Primera Gira Mundial por La Paz Interior. "En el mundo, lo único que cambia de un lugar a otro son los nombres de los países, todos somos seres humanos y es una responsabilidad para nosotros salvar el mundo, traer la paz", afirmó ayer Jampel Yeshe (1944), reconocido como la quinta reencarnación del lama Keutsang Ripoche, quien fue el encargado de buscar y encontrar al niño en el que se reencarnó el Dalai Lama. Toda una figura en el Tíbet que le costó 20 años de cárcel.

De 1960 a 1980 pasó muchas penurias, pues fue recluido en una fosa séptica de una cárcel china. Las amenazas, las torturas y las duras condiciones no le impidieron seguir rezando por todos, entre ellos por los agentes del ejército chino, sus captores. Ayer, el lama Keutsang celebró una ceremonia de purificación que duró media hora. Con la paz como fin de la visita, el lama comenzó la ceremonia purificando la tierra para "cortar la influencia negativa que impide alcanzar la paz". Tres monjes le acompañaban en este acto. Delante de los cuatro tibetanos, una pequeña figura que representaba, según Keutsang Ripoche, "a cada una de las personas del parque y también a Sevilla". "Simboliza las energías malas que cada uno quiere que desaparezcan", explicó.

Al lado de esta figura de harina, símbolo de malos espíritus, plumas de pavo real, un pañuelo de seda o Khata, agua, incienso y una campana. En las primeras filas, gente muy concentrada, sentada y con las manos entrelazadas acompañaba las oraciones de los monjes. Detrás, los curiosos miraban en silencio. Treinta minutos de celebración en los que los cuatro monjes recitaron escrituras budistas, mantras y mojaron con agua la tierra del parque. Al finalizar, el lama Keutsang entregó la khata, regalo de bendición y tradición del pueblo tibetano, al director del parque Adolfo Fernández, quien expresó su deseo de que "la ocupación china no haga desaparecer la cultura tibetana".

El acto dejó a algunos como estaban y a otros les llenó de energía. Una de las participantes, que se identificó como Paqui, señaló que estos actos no le hacían sentir nada y "cuestan mucho dinero". Al lado, una estudiante de 19 años de Bellas Artes se mostraba encantada y comentó que había seguido un curso de iniciación para buscar la limpieza espiritual, de la mente, el cuerpo y las palabras. Una iniciación que le había permitido "visualizar al dios que busca". A partir de hoy, en la Sala Guadalquivir, y hasta el día 23 de noviembre, los monjes celebran actos de acercamiento al budismo.

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