Un arsenal búlgaro difícil de controlar

La incautación de armas ha sido una de las prioridades fundamentales de la policía y de la Guardia Civil en los últimos meses. De hecho, los responsables de la seguridad pública en la región reconocen de forma confidencial que hay un gran número de pistolas y armas blancas en circulación, lo que beneficia a los amigos del gatillo rápido. Una de las operaciones más importantes que se ha desarrollado últimamente por agentes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, en coordinación con sus homólogos de Málaga y Valencia, ha permitido la desarticulación de un grupo de inmigrantes búlgaros que traían de forma regular pistolas de la marca Makarov, modelo Baikal, de 9 milímetros corto.

Los agentes decomisaron 50 armas cortas, siete fusiles ametralladores, marca Kaláshnikov, del calibre 5,56 milímetros, 25 silenciadores y gran cantidad de munición para estas armas. "El problema es que las armas iban con número de serie y estaban sin estrenar, recién salidas de fábrica. Si todo eso hubiese llegado a las bandas criminales organizadas podrían haberse producido en Madrid numerosas matanzas", señalaron fuentes de la Udyco de Madrid.

Un Kaláshnikov puede costar en el mercado ilegal hasta 9.000 euros. Las pistolas, al estar limpias (sin haber sido usadas en crímenes anteriores) pueden llegar a los 3.000 euros. La banda traía el armamento en dobles fondos de furgonetas cada vez que los responsables de la banda iban a su país.