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Marzo y retorno

En marzo hay elecciones generales, y según las últimas encuestas, el PP le saca una cómoda ventaja al PSOE, partido que se enfrentaría ante una nueva crisis en el caso de cosechar la que sería su tercera derrota consecutiva en unos comicios a Cortes. Los efectos de esa hipotética derrota hoy por hoy parecen obvios: Zapatero sería descabalgado, y sustituido por José Bono.

Zapatero lo tiene difícil, es cierto, y más aún desde el lastimoso lance de Tamayo y Sáez. Pero el candidato también cuenta con bazas importantes. Una de ellas puede surgir este domingo, donde es probable que el socialista Maragall alcance la presidencia de Catalunya con el apoyo de los nacionalistas de ERC. Aparte de ello, el PSOE tiene muy serios argumentos para afianzar su alternativa, siempre que huya de la soflama iraquí o de la ya estéril evocación del chapapote. Razones de mucho peso para acercarse a la Moncloa, tales como el escandaloso precio de la vivienda, el gasto social a la baja, el contraataque confesional en la docencia de un estado laico, la práctica desaparición del derecho laboral y, como colofón, la gran catástrofe en materia de seguridad, fracaso irrebatible de un gobierno ya incapaz de garantizar al ciudadano la primera de sus obligaciones: la integridad de su vida y de su patrimonio, hoy pasto de infinidad de delincuentes, locales o foráneos. Todo este bagaje reivindicativo, nada etéreo por cierto, se vería reforzado si, como es previsible, el PSOE se mantiene al lado del actual Gobierno en la defensa de la Constitución frente al plan Ibarretxe, esa intrépida comunión del racismo y la deslealtad, la clerigalla y el cinismo.

Mariano Rajoy, pues, no tiene garantizada su victoria en las elecciones de marzo. Y si pierde, ¿qué pasaría entonces en la Comunitat Valenciana? ¿Cómo sería el espeso tráfico de cargos de regreso de Madrid? ¿Y su nuevo encaje en los despachos hoy ocupados por otros? ¿Alcanzaría entonces el paroxismo la dialéctica Camps-Zaplana? Solo de pensarlo, da vértigo, pero también alegría para el espectador. Legítimo interés. Sana curiosidad. Honesta lucha contra el tedio.

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