Una sociedad en plena mutación
Japón es un país en plena mutación, una sociedad cada vez más envejecida en la que la tasa de natalidad ha caído hasta 1,33 hijos por mujer y el Gobierno ya se ha planteado abrir las puertas a la inmigración. "Criar un hijo sale muy caro, unos 30 millones de yenes [240.000 euros]", asegura la directora de una guardería de Kioto. El descenso del número de matrimonios, ligado a la desparición de la familia tradicional (abuelos, hijos y nietos bajo un mismo techo), coincide con una progresión constante de los divorcios: un 6% de los matrimonios celebrados acaban rompiéndose. Este porcentaje, que parece insignificante en comparación con los países occidentales, es muy significativo en Japón, donde el sistema social gira en torno a las parejas casadas y apenas hay hijos extramatrimoniales, que siguen estando discriminados por la ley. El paso del matrimonio de conveniencia, negociado por los padres a las uniones libremente aceptadas, ha influido también en el aumento de las separaciones.
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