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Reportaje:

Un apátrida tras la guerra

Un hombre renuncia en Castellón a la nacionalidad española en protesta por el conflicto de Irak

María Fabra

"Sé que creerán que estoy loco. Yo pensaría lo mismo. Pero es el único camino que veo para ser fiel a mis creencias". José Manuel Casalta se declara cristiano aunque no pertenece a ninguna iglesia, religión, secta o grupo de culto. "Me parece imposible que cualquier persona u organización que pretenda llamarse cristiana pueda intentar justificar cualquier tipo de guerra, ya sea injusta, justa o preventiva". El estallido de la última guerra en Irak fue la "gota que colmó el vaso", el detonante para darse cuenta de que debía hacer algo para manifestar su disconformidad. Ayer, presentó ante la subdelegación de Gobierno de Castellón un escrito dirigido al presidente del Gobierno, José María Aznar, en el que le manifiesta su decisión "de forma unilateral, de renunciar a mi nacionalidad española, declarándome apátrida".

Junto al escrito, grapó su documento nacional de identidad, en vigor. Ante la posibilidad de que éste sea devuelto a su titular, éste advierte que lo "cortará en varios trozos". En el documento explica que "no tengo nada que ver ni con la OTAN, ni con cualquier ejército nacional o internacional". "Ni con la guerra de Irak, ni con cualquier otra guerra, ya sea presente o futura", añade. "Pues si España sí está relacionada con estos hechos y yo soy español, por mucho que diga que no tenga nada que ver con ellos, sigo siendo tan responsable como cualquier otro o como el mismo gobierno español", explica.

"Esta actitud mía podría llegar a politizarse y por eso insisto en que no hay ningún motivo de carácter político en mi decisión", dice el documento. "Cuando renuncio a esta nacionalistas no lo hago para optar a cualquier otra sino que renuncio a todas las nacionales posibles, habidas y por haber", añade en la misiva.

José Manuel Casalta fue nacionalista, anarquista y ateo, según se describe él mismo. Ahora es, exclusivamente, cristiano y quiere llevar hasta sus últimas consecuencias su desacuerdo con el mandamiento infringido "No matarás". En su escrito se refiere a que para comprender su actitud "es imprescindible creer en Dios y, además, creer que la Biblia es algo más que un montón de mitos y leyendas". De lo contrario, tal como apunta "mis razonamientos sólo se podrán considerar como los de una persona con sus facultades mentales perturbadas".

José Manuel ha estado más de veinte años trabajando en distintos campos, como la fontanería o la informática. Hace seis, según dice, volvió a ser creyente. Ahora está en el paro, "aunque sin cobrar", puntualiza, y vive con su padre. Sabe que en el caso de que su intención se llevara a cabo, nunca podría gozar de un subsidio pero "de momento, no me va a faltar comida", aunque admite desconocer la reacción de su progenitor cuando conozca su deseo de convertirse en apátrida.

En tiempos en los que miles de personas mueren en la búsqueda de aquello a lo que él quiere renunciar, José Manuel Casalta, conocido en Vila-real como Català, asegura entender a esa gente que "se preocupa por vivir y tiene derecho a ello, a vivir dignamente". Pero sus creencias apuntan en otra dirección: "Yo voy a predicar, sin posesiones y pasando dificultades para que aquel que se diga cristiano, actúe como tal".

José Manuel sabe que su deseo es, legalmente, imposible. "No hay fórmula legal para que yo pueda perder la nacionalidad", asegura, tras haber recibido asesoramiento de dos letrados. Aún así, con su renuncia por escrito, pretende que todo el mundo sepa de su disconformidad ante la imposición de que "alguien tome decisiones en mi nombre".

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