El Depor se topa con su bestia rojinegra
El Mallorca vence en Riazor y se confirma como un equipo maldito para los de Irureta
Una suma de misterios y casualidades alimenta el fútbol, donde no siempre es posible encontrar explicaciones racionales para todo. Lo del Deportivo con el Mallorca, por ejemplo, excede de cualquier análisis técnico, deportivo o psicológico. Cuatro veces se enfrentaron ambos equipos la pasada campaña, y el Depor no fue capaz de ganar ni una sola vez. Anoche se volvieron a encontrar en las peores circunstancias para el Mallorca, hundido en la cola y obligado a frenar en campo ajeno al líder del campeonato, que venía de limpiarse al temido Valencia. Contra toda esa lógica se alzó el misterio del fútbol. El Mallorca se llevó el triunfo y dejó al Depor convencido de que en su trayectoria se ha interpuesto una bestia rojinegra.
DEPORTIVO 0 - MALLORCA 2
Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Andrade, Naybet, Romero; Sergio, Duscher (Scaloni m. 77); Víctor, Valerón (Fran m.60), Luque; y Tristán (Pandiani m.62)
Mallorca: Leo Franco; Cortés, Niño, Nadal, Olaizola; Campano (Marcos m. 73), Nagore, Colsa, Stankovic (Toni González m. 70); Eto'o y Correa (Bruggink m. 83).
Goles: 0-1. M. 74. Penalti de Romero a Correa que transforma Eto'o. 0-2. M. 88. Contragolpe que culmina Bruggink con una vaselina.
Árbitro: Téllez Sánchez. Amonestó a Duscher, Stankovic, Correa, Fran, Naybet, Nagore, Luque, Marcos y al técnico del Deportivo, Javier Irureta.
Unos 28.000 espectadores en Riazor.
El fútbol, como las mareas, tiene flujos y reflujos. Riazor había disfrutado el sábado de la pleamar de un intenso y apasionante duelo ante el Valencia, y anoche le tocó apechugar con la resaca de un encuentro tirando a mustio y de juego plano. Fue una de esas ocasiones en que la estadística no engaña. El primer remate del Deportivo entre los tres palos de la meta contraria no llegó hasta el minuto 43, un dato revelador de la indigencia que había aquejado a la fase inicial del choque. Aunque sus movimientos de la víspera parecían insinuar lo contrario, Irureta prefirió conceder a una tregua a Fran, el héroe contra el Valencia. Y fue como si con él se hubiese evaporado la energía que recorrió Riazor el pasado sábado.
El Depor empezó correcto, manejando bien la pelota en el medio y percutiendo por la derecha con un activo Víctor. Pero el Mallorca no dio síntomas del estado comatoso que se le presuponía antes del partido. Empezó muy tímido, volcado en cerrar las rutas al Depor y en atosigarle en el centro del campo. Lo consiguió en buena medida. Valerón anduvo mucho más espeso que de costumbre y apenas pudo conectar con un Tristán que regresaba a la titularidad y que volvió a mostrar su versión más irregular. Víctor se fue apagando en la derecha, mientras Luque, muy voluntarioso, destapaba sus dificultades para manejarse como extremo en el lado contrario. En cuanto el Mallorca comprobó que su dispositivo de contención funcionaba sin chirridos, se aventuró a empresas mayores. No es que el Deportivo se sintiese especialmente agobiado en su propio terreno, pero tuvo ocasión de verificar que al rival, pese a su pésima coyuntura, no le faltan buenos futbolistas. Eto'o es uno de ellos, por supuesto, y también Stankovic, al que los años no han echado a perder la precisión de su toque. Un remate muy clásico en él, desde el vértice izquierdo del área y buscando el palo contrario, se estrelló contra la madera como un ominoso aviso para el Depor. También Luque remataría al palo un rato después, pero en su caso la acción tuvo más que ver con el azar, porque aquello era un centro mal dirigido.
En esta clase de choque siempre se espera que el descanso tenga un efecto estimulante para el que le van peor las cosas. Y así pareció cuando el Depor irrumpió con una estampida por la banda de Luque culminada con uno de esos centros que son medio gol si el delantero la engancha bien, lo que no fue el caso de Tristán. El alarde se quedó en nada, y el partido retornó a su perfil anterior, con un Depor en tono bajo y un Mallorca bien estructurado que siguió proporcionando sustos episódicos. Hasta que Irureta perdió la paciencia y recurrió a Fran. El sustituido no fue Luque sino el desorientado Valerón. Y el capitán, en lugar de su refugio habitual en la izquierda, se puso al mando de las operaciones. El cambio tuvo un efecto inmediato, como prueba de esa sorprendente vitalidad que está exhibiendo Fran en el crepúsculo de su carrera.
Paradójicamente quien más se benefició de su ingreso fue Luque, su teórico rival por el puesto de extremo. El público empezó a respirar tranquilo, confiado en que el Depor impondría finalmente su autoridad. Pero cuando menos se la aguardaba, ya en el tramo final, apareció el poder de la bestia rojinegra. Su víctima fue Romero, quien cometió el error de empujar levemente a Correa, con grandes dotes teatrales para la caída. Eto'o convirtió el penalti y al Depor se le borró el dulce sabor del liderato.
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