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Reportaje:CICLISMO

La fabricación de una insidia

Igor Astarloa, campeón del mundo, dio negativo en la carrera, pero ha vivido un infierno de rumores infundados

Carlos Arribas

El sábado 11 de octubre, 24 horas antes del Mundial de fondo en carretera en Hamilton (Canadá), la página web oficial de la Federación Española de Ciclismo informaba de que tres corredores de la selección nacional -Igor Astarloa, Manuel Beltrán y Aitor Osa- se habían sometido el viernes a un segundo control de sangre, al día siguiente del primero. La noticia pasó inadvertida. Nadie dio mayor importancia a un hecho rutinario, un control más, pese a que el hecho daba pie a sospechar que algo raro habrían visto los inspectores de la Unión Ciclista Internacional (UCI) en el hematocrito, la hemoglobina o los reticulocitos de los tres para someterlos a un nuevo control. Un día después, domingo 12, Astarloa ganó el Mundial.

El lunes 13, abriéndose paso en un pequeño recuadro del prestigioso diario L'Équipe, la insidia empezaba a echar raíces. "Sospechas sobre el campeón del mundo", alertaba el diario francés, que, con aires misteriosos, hablaba de un control sorpresa a Astarloa, otros españoles, algún italiano y algún belga. Era la primera vez en que la connotación sospechosa de un control sorpresa y dirigido traspasaba la barrera del chafardeo y el bla bla bla entre colegas para convertirse en noticia.

Esa misma tarde se dispara el efecto bola de nieve. Los teléfonos de los periodistas y de los enterad

os echan humo. De la sospecha se pasa a la confirmación y de ella a la condena. Retroalimentación. El colega italiano llama alarmado: "Otro colega español me ha dicho que tres españoles y un italiano han dado positivo en el Mundial. Uno de ellos es Astarloa". Alguna radio lanza al aire: "Un campeón sospechoso", Otros se aventuran y anuncian que la UCI ya ha comunicado el positivo a los interesados, que la oficialización pública sólo es cuestión de horas. Otros dicen, confusamente, que la sangre de los análisis suplementarios viaja hacia Lausana. Es el todo vale. En tal festín mediático, a los acusados sólo se les deja la imposible tarea de defender su inocencia, actitud sospechosa, por tanto. "Pero cómo voy a demostrar que soy inocente, ¿qué tengo que hacer?", se pregunta Astarloa. Cualquier intento de explicación por parte de la UCI, la federación española, cualquier responsable, es asumida con suspicacia. Otro diario de prestigio en el mundo del ciclismo, el italiano La Gazzetta dello Sport, por medio de Angelo Zomegnan, se une al coro. El mensaje es claro: si se le ha analizado es porque había algo raro, esto huele mal. Este mensaje disipa las dudas: sólo hay que esperar a que se produzca la noticia. El ya lo sabía yo es la frase que más se escucha, en dura competencia con el "a Astarloa ya llevaban tiempo buscándole y el pasado domingo, en la París-Tours, ya tuvo control" o el "en el segundo control, Astarloa estaba pálido, nervioso, tenía cara de culpable".

Manuel Pueyo, médico de la selección española, presidente de la comisión antidopaje de la federación, intenta hacerse oír en medio de la barahúnda. "El jueves 9, a las 7.15, hubo análisis de sangre para 10 corredores de la selección", relata. "Por la tarde, fui a por los resultados y me dijeron que todos eran normales, bien de hemoglobina y reticulocitos, aunque había algún hematocrito en la franja elevada, superior al 47%". La UCI, que no permite competir durante 15 días a quienes tengan un hematocrito (porcentaje de glóbulos rojos en la sangre) superior al 50%, no declaró no apto a ningún español. "Al día siguiente, el viernes, los inspectores volvieron a las 7.30 para analizar de nuevo a tres corredores. Les tomaron sangre y también orina. Evidentemente pensaron que su elevado hematocrito, en todo caso inferior al 50%, podría ser síntoma de que se habían dopado con EPO, pero nada más", continúa Pueyo. "Así que por eso les tomaron muestras de orina, para analizarla en el laboratorio de Lausana en busca de EPO, porque sólo un análisis de orina puede determinar si hay dopaje. Es lo que se llama controles dirigidos, que también se practican en las grandes vueltas, por ejemplo, disfrazados de controles por sorteo". "Mi corredor tenía un hematocrito del 49,5%", cuenta el médico de uno de los tres, "pero ese dato no significa nada. Podía haberse producido lo mismo por EPO, que por el tiempo de reposo después de la Vuelta, que por el largo viaje, por la deshidratación consiguiente... por muchos motivos".

Para completar el círculo, Astarloa se sometió a un nuevo control de orina el domingo por la tarde en su condición de campeón del mundo. El viernes pasado, para acallar definitivamente los rumores, la UCI tuvo que convertir en noticia por primera vez lo que nunca hasta entonces había sido noticia: un análisis negativo. En un comunicado anunció que ninguno de los 18 controles de orina en busca de EPO o Aranesp que se habían efectuado en Lausana habían sido positivos. Astarloa volvió a repetir su "yo siempre he estado tranquilo" y por primera vez la gente no le puso una cara rara al oírlo. Y empleando la décima parte del espacio dedicado a expandir el rumor, los mismos periódicos informaron del negativo.

Igor Astarloa posa ayer con un grupo de jóvenes ciclistas antes del <i>criterium</i> de Tres Cantos.
Igor Astarloa posa ayer con un grupo de jóvenes ciclistas antes del criterium de Tres Cantos.EFE
Igor Astarloa.
Igor Astarloa.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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