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Reportaje:FÚTBOL | Liga de Campeones

La vida le sonríe al hombre récord

Lothar Matthäus triunfa como técnico en el Partizán y asegura sentirse feliz en Belgrado

Odiado o querido. A nadie deja indiferente". La página web oficial de Lothar Matthäus, de 42 años, describe así a su protagonista, una institución en Alemania que empieza a levantar el vuelo como entrenador en el Partizán de Belgrado. No ha pasado inadvertido en su país de origen que haya llevado a un equipo serbio por primera vez a la Liga de Campeones, desde que ésta se fundara en 1992. Primero las sanciones internacionales por las guerras y después la fuga de sus figuras enviaron al Partizán y al Estrella Roja a un segundo plano. Hasta que aterrizó Matthäus en Belgrado, en diciembre pasado, ganó la Liga y superó dos rondas previas para entrar en la Champions. Eliminó al Djurgarden sueco y, la gran sorpresa, al Newcastle inglés en los penaltis. Para desplumar a los urracas, los jugadores serbios metabolizaron la perseverancia y la fuerza mental de quien fuera 150 internacional con Alemania, participara en cinco Copas del Mundo consecutivas -desde 1982 hasta 1998, récord que comparte con el guardameta mexicano Antonio Carbajal- y disputara 25 partidos mundialistas.

"Espero aportar la experiencia de mis 150 veces internacional con Alemania"
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Pero, ¿qué hace uno de los futbolistas más reputados de la historia en un país en fase de reconstrucción? Bien, Matthäus alargó su carrera de jugador todo lo posible: se retiró en el Nueva York Metro Stars a los 40 años; probó como técnico del Rapid de Viena austriaco, pero fue despedido en mayo de 2002; y esperó hasta diciembre, cuando llegó una oferta impropia de la crisis que azota al país balcánico: 750.000 euros por una temporada y media. Aceptó. Y su contrato quedó renovado automáticamente hasta 2006 cuando consiguió meterse en la Champions.

El campeón alemán disfruta de la vida en Belgrado. Se ha convertido en el personaje deportivo más popular de Serbia. "Está claro que hay inconvenientes por la militarización, pero también te encuentras todas las comodidades de un país occidental: cafés, bares, cines, ópera, teatro y muchos anglohablantes. Eso sí, debo mejorar mi serbio". Tampoco se queja de las condiciones de entrenamiento: "Mis jugadores están más mimados aquí que los del Bayern". E incluso presume de su nueva relación sentimental, la serbia Marianne Kostic, de 32 años y madre de tres hijos. Los mismos que tiene Matthäus de sus dos matrimonios anteriores. "Los seis niños ya se conocen y caben todos en mi piso de Belgrado, que es muy grande", bromeó tras presentar a su novia el mes pasado en Múnich. Pese a todo, no esconde sus intenciones profesionales: "Trabajo cada día para entrenar en una Liga que no esté tan perturbada por la situación política. Espero aportar la experiencia de mis 150 veces internacional".

La revista alemana Sportbild lo ha fichado recientemente para que escriba una columna semanal en sustitución del ex madridista Günter Netzer. En su primer artículo se acordó de aquellos preparadores germanos que tratan de recuperar en el extranjero el prestigio del fútbol alemán. Después de felicitar a Rudi Völler por haber clasificado a Alemania para la Eurocopa de Portugal, Matthäus extendió los cumplidos a Otto Rehhagel por haber logrado otro tanto con Grecia, y a Berti Vogts, que afrontará la repesca al frente de Escocia ante Holanda. "Enhorabuena también a la selección femenina por su campeonato del mundo en Estados Unidos (...). Es divertido representar al fútbol alemán en el exterior. Empiezan a respetarnos de nuevo", añade en el citado artículo.

El orden y la tenacidad están aseguradas en un conjunto dirigido por Matthäus, un centrocampista pequeño y fibroso reconvertido en líbero en sus últimos años. Y, por encima de todo, fue campeón del mundo en Italia 90 ante Argentina, cuatro años después de perder la final de México 86 ante el mismo rival pese a su tremendo marcaje individual a Maradona. Invitado este último de lujo en el partido homenaje que le brindó a Matthäus el Bayern en mayo de 2000, ante 55.000 espectadores. Su padre Heinz, futbolista mediocre y carpintero, lanzó su carrera. Empezó en el equipo de su pueblo, el Herzogenerauch, pasó por el Borussia Mönchengladbach y, en 1984, llegó al Bayern, el club de su vida, con el que logró tres Ligas. Se le culpó de perder la Copa de Europa de 1987 ante el Oporto, por lo que fue traspasado al Inter, donde conquistó el scudetto al año siguiente y, más tarde, la Copa de la UEFA. Regresó consagrado al Bayern y se coronó con el Balón de Oro de 1990.

Estar esta noche en el Bernabéu es una muesca más en el largo historial de Matthäus, que fue uno de los enemigos preferidos del madridismo en su etapa en el Bayern. Y de aquella rivalidad quedó registrado el pisotón en la cabeza que le dio el fallecido Juanito en las semifinales de 1997 de la Copa de Europa. Claro que el Partizán no es el Bayern. Llega a Madrid con un solo punto y la baja por sanción de su goleador (Delibasic), además de las molestias en su futbolista más experimentado, el central nigeriano Taribo West.

Matthäus, durante el entrenamiento de ayer.
Matthäus, durante el entrenamiento de ayer.EFE

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