El déficit de EE UU se eleva a un récord de 374.200 millones

El déficit presupuestario estadounidense se ha elevado a una cifra récord de 374.200 millones de dólares en el año fiscal 2003 que cerró el pasado 30 de septiembre, según datos de la Secretaría del Tesoro de EE UU dadas a conocer ayer. Hace poco más de tres años, el país registraba el mayor superávit fiscal de su historia. Para 2004, el Ejecutivo prevé un déficit que rondará los 500.000 millones de dólares.

La cifra es la peor noticia para la actual Administración en la Casa Blanca, ya que es sobre los hombros del presidente George W. Bush la acumulación de semejante déficit en tan pocos años en el poder. Pero el desequilibrio en las cuentas se debe fundamentalmente al recorte de impuestos realizado por este Gobierno y valorado en unos 1,7 billones de dólares, además de los costes de las campañas militares de Afganistán e Irak. Los gastos de ambas guerras no sólo no han sido aún determinados, sino que aumentan cada día.

La desaceleración de la economía estadounidense aún no ha visto el fin tras los atentados del 11-S. A pesar de que el recorte fiscal, ayudas a sectores como el aeronáutico y protección de sectores como el del acero, entre otras medidas, han intentado revitalizar la actividad, ésta no termina de arrancar. Por ello, la Administración Bush ha perdido recaudación, por un lado, y ha aumentado sus gastos, por otro, hasta explicar claramente por qué el país arrastra semejante desequilibrio presupuestario.

EE UU enfrenta decisiones difíciles a corto plazo, medidas que será difícil que vean la luz a un año de las elecciones generales previstas para noviembre de 2004. Ya hay mucho nerviosismo en torno al problema de déficit estadounidense, pero esa inquietud es justamente mayor entre los economistas de fuera del país que dentro.

Muchos economistas europeos temen que el elevado déficit estadounidense pueda frenar la incipiente recuperación económica. Si ello sucede, puede ser muy peligroso en un momento en que ni Japón ni la UE pueden impulsar la recuperación. Dentro de EE UU, el elevado déficit despierta menos temores.