Un desencuentro recurrente
Las tensas relaciones entre los socios de Aguas de Valencia responden a un problema estructural. Los representantes de Saur International, los franceses, invocan su condición de socio tecnológico y la marca del grupo al que pertenecen como aval de sus opciones estratégicas en el seno del consejo y asumen que el resto de accionistas deberían limitarse a recoger dividendos y exigir su participación en los resultados de la empresa.
Pero los accionistas valencianos desestiman la calidad técnica de los franceses y reclaman la cuota mayoritaria que les corresponde en el diseño de las grandes estrategias de la compañía.
Un portavoz de un accionista valenciano apunta que Saur International pierde dinero, que su posición en el seno del Grupo Bouygues es marginal y que su presencia internacional se extiende, esencialmente, en el África subsahariana.
Un portavoz de los franceses recuerda que Saur ha aceptado reducir paulatinamente su presencia en Aguas de Valencia a un tercio de la sociedad cuando llegó a dominar poco menos de la mitad. También señala que Saur asumió de forma disciplinada el proceso de valencianización de la empresa sugerido, sino impuesto, desde las administraciones autonómica y municipal de Valencia con ocasión del concurso para renovar la concesión del contrato de suministro de aguas potables a la ciudad.
Pero el mismo portavoz de un socio valenciano se pregunta cómo es posible que la lectura de los contadores del agua que gestiona la sociedad esté en manos de una empresa que es propiedad de Saur. La misma fuente señala el caso como botón de muestra de una forma de proceder que tacha de desleal y que atribuye al espíritu colonial que exhiben los representantes de los franceses "acostumbrados a expoliar países subdesarrollados".
