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Reportaje:FÚTBOL | La aventura en Oriente Próximo de dos ilustres españoles

Reencuentro en el horno qatarí

Mientras tratan de adaptarse con sus familias a su nueva vida, Hierro y Guardiola se enfrentarán el día 30 con su respectivos conjuntos

Fernando Hierro y Josep Guardiola volverán a verse las caras el próximo día 30 en un terreno de juego. Pero el duelo no movilizará esta vez a centenares de periodistas, ni se darán cita más de 100.000 espectadores, ni se transmitirá el partido a medio mundo por televisión... No. Esta vez jugarán un jueves, a las nueve de la noche, en el estadio Rayyan, ante unas 20.000 personas, en un encuentro adelantado de la cuarta jornada de la Liga quatarí. Guardiola lo hará de blanco y verde, con el 8 a la espalda, un número que ha escogido en homenaje a su hijo Màrius, nacido en esa fecha, siguiendo la tradición: cuando se fue a Italia, al Brescia, usó el 28, el día que nació Maria, su primogénita. Hierro, por el contrario, lo hará con el 5, vestido de rojinegro -"¡a mis años, en el Milan!", bromeaba ayer- y sin brazalete, pues no aceptó la solicitud del emir que preside el Al Rayyan, su nuevo club, para que fuera el capitán. Lo hizo, dice, "por respeto al que había, que sigue en el equipo y lleva seis temporadas con la capitanía".

"Tráeme chorizo", le ruega a Pep su técnico, Pepe, compañero de Pelé en el Santos
"Hace un calor que te mueres. Por lo demás, fantástico", le dijo el malagueño al catalán

El partido será calentito, como lo fueron los Barça-Madrid que ambos protagonizaron tantas veces, pero esta vez no lo calentará la prensa deportiva, ni la clasificación, ni Figo ni Joan Gaspart, sino que bastará con la temperatura ambiental, que no será inferior a los 30 grados. El lunes, cuando Guardiola habló con Hierro antes de subirse al avión que, vía París, debía dejarle en el aeropuerto de Doha, el malagueño sólo le dijo una cosa: "Hace un calor que te mueres. Por lo demás, fantástico".

Hierro no pudo ir a recibirle porque está en Abudawi, en los Emiratos Arabes Unidos, donde ultimará la pretemporada a las órdenes del que fuera portero de la selección francesa Jean Castaneda. Con él se comunica en una mezcla de francés y castellano muy particular, "pero sin problemas". El ex madridista dejó a su familia recién instalada en su nueva casa, en Doha, que ardía bajo un sol de justicia cuando él partió. Tanto calor que sus dos hijos, matriculados en un colegio británico, el mismo al que acudirán los de Guardiola, no pudieron salir al patio en la hora del recreo: había bandera roja porque el mercurio pasaba de los 46 grados.

Hierro afronta su primera y seguramente última experiencia lejos del fútbol que ha conocido toda su vida. Tiene demasiado reciente el hábito de entrenarse con la idea de pelear por la Liga de Campeones. "Eso lo noto", confiesa. Pero, en lo referente a su adaptación, está "mucho más cómodo" de lo que se esperaba, cuenta: "Después de dos semanas, se me han quitado las dudas. Estoy contento de haber tomado esta decisión". Resulta comprensible: excepto cerdo, en los estantes del Carrefour, el supermercado en el que compra los viernes, al inicio del fin de semana, hay de todo. Y ya se ha acostumbrado a que la vida se pare cinco veces al día para que los musulmanes del equipo, la mayoría, claro, recen.

Lo de Guardiola y los suyos es distinto. No es ni la primera ni a buen seguro la última aventura de su carrera. El símbolo de una forma de entender el juego que implantó Johan Cruyff en un Barça irrepetible, el jugador de la historia azulgrana que más títulos ha ganado, tuvo menos dudas al decidirse. Y desde que estuvo diez días en la República Checa con su nuevo equipo, aún menos.

En el aeropuerto de Doha le esperaba otro mito, éste brasileño, pura leyenda del Santos, equipo en el que jugó toda su vida al lado de Pelé y que hoy es su entrenador en el Al Ahli: José Macia, alias Pepe. Conocido como El Cañón de Vila Belmiro, la favela donde nació el 25 de febrero de 1935, Pepe formó parte del ala izquierda de la delantera que, liderada por Pelé, logró once Campeonatos Paulistas, cinco Copas, dos Libertadores, dos Intercontinentales, dos Recopas... Es decir, todo en 705 partidos. Con 405 con su camiseta, es el segundo en el escalafón del Santos, tras el mítico O Rei.

Sostiene Pepe, con el que Guardiola tomó contacto en la pretemporada de su equipo, hace dos semanas, que si ha vuelto a Qatar es porque en Brasil no se le considera como entrenador por dos razones: "Estoy un poco sordo y me llevo mal con los periodistas". Lo primero es cierto: lleva un audífono en los oídos. Lo segundo está por descubrirse.

Lo que ha descubierto Emili Ricard, fisioterapeuta y amigo personal de Guardiola, al que acompañó en tierras checas para supervisar su puesta a punto y al que ha seguido hasta el golfo Pérsico, es que el mítico Pepe tiene buen paladar.

Dado que Ricard vivió en Brasil muchos años, ha hecho buenas migas con el técnico y con su hijo, que ejerce de ayudante. Así que una noche, cenando cerca de Praga, el brasileño le hizo un sorprendente ruego: "Dile a Pep, por favor, que me traiga chorizo de Barcelona cuando venga a Qatar". ¿Chorizo? Pues... sí, chorizo. "Lo probó en un Trofeo Ramón de Carranza y le encanta", asegura Ricard. Si hay algo que le gusta a Pepe de España no es cómo juega el ex volante azulgrana, sino el chorizo.

Por eso Guardiola le llevó un chorizo a Qatar, donde, en pleno Ramadán, a finales de octubre, se encontrará con Hierro en un campo de fútbol en el que no será el partido del siglo. Ni falta que hace. Es de suponer que, para entonces, ya se hayan zampado el anhelado embutido.

Hierro, con el uniforme del Al Rayyan, y Guardiola, con el del Al Ahli.
Hierro, con el uniforme del Al Rayyan, y Guardiola, con el del Al Ahli.EFE / ASSOCIATED PRESS

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